Las obras de reconstrucción de la estructura de la bóveda de la iglesia de Constantí (Tarragonès) han finalizado esta semana. Los técnicos ya han terminado el enyesado de las paredes y prevén empezar a pintarlas a partir de la semana que viene, manteniendo el diseño original. Se trata de uno de los tramos de la nave central del templo que se derrumbó en 2018 y que tiene una superficie de unos 50 metros cuadrados. El grosor de la estructura es de ocho centímetros y se ha construido siguiendo la técnica de la bóveda catalana, es decir, con hilos y guías de madera, pero sin utilizar ningún tipo de apoyo. Según el Ayuntamiento, los próximos trabajos en la iglesia se centrarán en la limpieza, la pintura y la reparación de las grietas.
A principios de julio se empezaban a poner los primeros ladrillos para reconstruir la bóveda de la iglesia de Sant Feliu de Constantí, después de que colapsara en 2018 como consecuencia del impacto de una de las cerchas de madera de la cubierta. Los trabajos se han iniciado una vez finalizadas las obras en el tejado, iniciadas en 2021.
De momento, los arquitectos y constructores de la obra han especificado que, aunque la estructura ya esté terminada, aún falta pintar las paredes e "intentar" reproducir el diseño original. La previsión es tenerlo todo terminado a finales de agosto, tal y como estaba previsto.
Con la ejecución de esta segunda fase, valorada en 50.000 euros, la iglesia de Constantí recuperará, finalmente, la fisonomía del edificio. Sin embargo, aún se prevén nuevas líneas de actuación. Según el alcalde Óscar Sánchez, una vez finalizada la recuperación de la bóveda, los técnicos empezarán a trabajar en la limpieza del espacio, la pintura de las paredes y la reparación de las grietas que continúan visibles dentro y fuera del templo.
A la espera del estudio estructural
La iglesia se mantendrá cerrada hasta que el estudio estructural del edificio, elaborado por la Universidad Politécnica de Cataluña, confirme que es seguro volver a abrir las puertas. El alcalde confía en tener los primeros resultados a principios de 2024, una vez cumplido un primer ciclo estacional. El pasado mes de enero se empezó a hacer el monitoreo a través de la instalación de unos medidores en las paredes. De hecho, el edificio se cerró en 2016, justamente, debido a la gran presencia de grietas en los muros y bóvedas, ocasionadas por los movimientos del terreno.