El Ayuntamiento de Castellvell del Camp ha finalizado este mes de julio las obras de la segunda fase del vial peatonal Castellvell-Castellmoster, que une el núcleo urbano con las urbanizaciones. El vial, una antigua reivindicación vecinal, discurre paralelamente a la carretera TV-7048, en uno de sus laterales. Al mismo tiempo, se ha dotado la zona con nuevas farolas, bancos, árboles y un parque de salud de calistenia.
El nuevo vial peatonal tiene una longitud de 8000 metros y se puede recorrer a pie o en bicicleta. El vial permite unir el núcleo urbano del municipio con las urbanizaciones de Castellmoster, la Flor del Camp, Arboceres y Els Pugets.
Más adelante, la Diputación de Tarragona también tiene previsto realizar una actuación para pacificar el tráfico en la zona de la rotonda de Castellmoster, se arreglará un solar con pinos y se terminará de urbanizar la parte del norte. La intervención también permitirá disponer de dos paradas de autobús en la carretera, una por cada sentido de circulación, lo que evitará que los autocares tengan que entrar en las urbanizaciones para dar la vuelta.
El alcalde de Castellvell del Camp, Josep Sabaté, se ha mostrado muy satisfecho ya que “con esta obra, desde el equipo de gobierno vemos cumplida una reivindicación vecinal de hace muchos años que, por motivos legales, no se había podido hacer”. Una muestra de este interés es que, “cuando aún faltaban unas semanas para terminar las obras, ya veíamos que mucha gente hacía el vial a pie y en bicicleta”, ha afirmado Sabaté, a la vez que recuerda que “también se puede utilizar para pasear al perro o para ir a las pistas de pádel”.
Una antigua reivindicación
El Ayuntamiento de Castellvell del Camp recuerda que la necesidad de crear un vial peatonal que conectara el núcleo urbano con las urbanizaciones surgió en el año 2006. Posteriormente, en 2008, se hizo un primer tramo de 80 metros, que llegaba hasta la urbanización de Els Pugets. Pero durante más de una década no se realizó ninguna actuación más. No fue hasta 2019, cuando se retomó el proyecto, coincidiendo con el primer mandato del alcalde Sabaté. Aunque el proyecto estaba muy avanzado, los cambios de normativa urbanística obligaron a reiniciar todo el proceso y, entonces, se realizó una modificación puntual.
A partir del visto bueno definitivo de la Comisión de Urbanismo de Tarragona (CUT), el Ayuntamiento solicitó subvenciones para poder hacerlo realidad. La primera fase del proyecto, valorada en más de 86.000 euros, se pudo ejecutar gracias a una subvención de 50.000 euros del PAM 2022 de la Diputación y una aportación municipal de más de 35.000 euros. En cuanto a la segunda fase, ésta ha tenido un coste de 188.000 euros, de los cuales 138.000 corresponden al 90% de una subvención del Departamento de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica, 40.000 provienen de los Presupuestos Participativos de 2023 votados por la ciudadanía y, los 9.000 restantes, de otra aportación municipal.