La muerte del gobierno socio-convergente de Vilanova debería haber significado una posibilidad para dar un giro a las políticas llevadas a cabo durante décadas por los de siempre y empezar a construir una nueva manera de hacer nuestra ciudad. Aunque desde la salida de las dos miembros de la desaparecida Unió del gobierno, han aguantado posiciones (tensiones del otoño-invierno catalanes incluidas) hasta que ha llegado el momento de inaugurar la campaña electoral y han empezado los fuegos artificiales, en forma de candidatura patriótica, mientras se obvia que se ha gobernado con el PSC del 155 durante tres años. Hay un elemento en la historia que se obvia fácil, que algunas necesitan olvidar y que nadie lo recuerde, y es que durante estos tres años la oposición ha sido capaz de organizarse en base a propuestas concretas. Fijando posicionamientos en temas como los casos del Casco Antiguo o Bosquet de Baixa-a-mar, la defensa de la actividad cultural de la ciudad, reforzar el rescate para las más golpeadas por la crisis y, también, defendiendo otra manera de funcionar ante el inmovilismo socio-convergente, y apostando por la apertura del ayuntamiento a la ciudadanía. Desde SOM VNG valoramos muy positivamente el trabajo realizado con ERC y la CUP durante este tiempo, siendo capaces incluso de presentar conjuntamente dos propuestas de modificación del presupuesto que el gobierno socio-convergente hizo todo lo posible para no hacerlas realidad. El gobierno tenía un motivo evidente para bloquear todas las propuestas hechas desde la oposición organizada: se evidenciaba que hay una alternativa de Vilanova, que tanto CIU como PSC no son necesarios ya para la gobernabilidad de la ciudad.
Muchas conversaciones y líneas sobre el cambio de gobierno se han hecho, la sensación de que se ha perdido una oportunidad para hacer un cambio necesario en la ciudad está ahí. Con perdón por citarme a mí mismo, aquellos días de reuniones y declaraciones de intenciones escribía "La ciudad merece futuro y este no lo construiremos utilizándola como espacio publicitario electoral, ni aceptando que las de siempre hagan lo de siempre. Ha llegado el momento de algunas de dar un paso al lado y otras de dar un paso adelante". Ante el argumentario, pensado, de "en un año poca cosa se podrá hacer", defendimos que el debate no era sobre cuánto quedaba de mandato sino si podíamos permitirnos mantener al gobierno a quien ha utilizado la ciudad como rehén para hacerse publicidad, quien ha hecho de la incompetencia su firma. En plata, que hacía falta un cambio que no pasara por el mantenimiento de ninguno de los anteriores grupos de gobierno. Por desgracia, ni CIU dejará nunca una silla ni el resto de fuerzas llamadas a construir una alternativa lo veían imprescindible. De hecho, una decidió entrar en el gobierno convergente.
Viendo a los demás, parece que es difícil no cambiar de discurso una vez estás dentro o cuando pasas de oposición a gobierno. Tentaciones hay cada día, de hecho las instituciones llevan demasiado tiempo con inercias marcadas por la burocratización de la política y la dictadura de los límites legales pensados para beneficiar a una minoría privilegiada que parasita las administraciones públicas. Es evidente que cuando entras a gobierno tu papel como grupo cambia, pero eso no quita que tengas que tener la determinación de mantener vivos los principios con los que te has presentado a las elecciones. Lo contrario, hacer y decir cosas diferentes a las que dijiste en campaña y en la oposición es típico de unas prácticas que forman parte de una política despreciada por la ciudadanía y que hay que eliminar de las instituciones. Sin intentar opositar a guardianes de las esencias, es imprescindible mantener un compromiso, fundamentalmente ético, de trabajar siempre en coherencia con lo que proponemos durante años. Las políticas basadas en la publicidad vacía de hechos concretos, en decir que se hace sin hacer, en los cambios según qué silla se ocupa (en todas direcciones, también hay quien se transforma en radical de izquierdas cuando pierde el poder) y en convertirlo todo en espacio electoral tienen fecha de caducidad. Al final es sólo cuestión de tiempo que las cosas acaben en su lugar, a la luz de todas.
En fin, que al final todo se demuestra en la práctica. Por lo que respecta a nosotros, después de mil debates, seguimos teniéndolo claro: en Vilanova i la Geltrú hace falta un cambio, que necesariamente pasa por sacar del gobierno tanto a PSC como a CiU, se diga como se diga en cada momento. Esta apuesta no parte ni de prejuicios ni de sectarismo, aún menos con sus votantes, parte de una evidencia en base a hechos y a décadas donde hemos visto cómo los desastres de las dos fuerzas que han gobernado siempre han dejado una ciudad empobrecida, que no da respuesta a las necesidades de sus vecinas. Por eso, teniendo en cuenta la correlación de fuerzas, hemos trabajado para construir una alternativa progresista y transversal, en alianza con la CUP y ERC, que ponga en el centro la vida y pueda ser solución en lugar de problema. Nosotros hemos mantenido esta apuesta, la mantenemos y la mantendremos en las próximas elecciones municipales como proyecto político necesario para llevar a la ciudad un cambio real. Después de una década de crisis recibiendo más excusas que respuestas, este cambio real pasa a ser una necesidad para la gente de nuestra ciudad. Esto no va ni irá de intentar incidir para que la socio-convergencia nos dé alguna migaja. Se trata de echarlos fuera para poder ponernos a trabajar, de verdad, para construir futuro, sólo así ganaremos.
Que ganaremos, tarde o temprano, también es una cuestión de tiempo.
Enver Aznar Méndez
