Leí un "tweet" que me hizo pensar mucho. Planteaba si el hecho de que se acumulara mucha gente junta caminando o haciendo actividad física en el espacio público era debido al desconfinamiento o al hecho de que las ciudades no estaban diseñadas para poder hacer esta actividad. Tirando un poco de este hilo, la catástrofe humanitaria del coronavirus que estamos viviendo, nos deja diferentes retos que como médico especialista en medicina familiar y comunitaria, creo que deben abordarse desde un punto de vista comunitario. Siempre se ha hablado de "salud en todas las políticas".
El ejemplo de este tuit que he citado antes es uno de ellos. Probablemente las ciudades y el espacio público no están planificados para realizar actividad física o poder disfrutar de este espacio. ¿Puede ser la crisis del coronavirus una oportunidad para tener en cuenta en futuras modificaciones o intervenciones en el espacio urbano esta cuestión? Probablemente lo veremos en unos años. El reto que tenemos de forma más inminente es cómo se aborda a escala sanitaria y social la secuela del coronavirus, que convivirá con la anterior crisis económica.
En el ámbito sanitario, creo que tardaremos muchos años en recuperar la atención sanitaria como la conocíamos, si es que se puede volver a recuperar. Por un lado tendremos las secuelas emocionales que dejará el coronavirus: duelos, pérdidas... Todas ellas crueles... Sin posibilidad de despedida en la mayoría de los casos... Tenemos todas las enfermedades que por no ser agudas o urgentes están esperando a la vuelta a la "nueva normalidad" para ser visitadas. A esto debemos sumar la incertidumbre que nos dejará el coronavirus en la asistencia a los centros de salud y cómo se hará y qué papel tendrá la "virtualidad". Cuando se plantea virtualizar las visitas vía telemática o telefónica, el sistema debe poder garantizar la equidad en el acceso a estas herramientas y llegar al máximo número de personas, y más en un sistema público de salud. Y finalmente, no tendría suficiente papel para poder explicar el modelo de envejecimiento y la atención en residencias. Habrá que replantear y consensuar un modelo entre residencias, población, sociales y sanitarios y sobre qué supone estar ingresado en una residencia. ¿Todo puede ser una residencia? ¿Son "rentables" económicamente las residencias? Y si no lo son, ¿cómo gestionamos el envejecimiento y la dependencia? ¿Es necesario gestionarlas de forma pública? Entonces, ¿todas las personas pueden estar en una residencia? ¿Por qué muchas tienen falta de personal? Son preguntas que hay que hacerse y responder de forma responsable.
En el ámbito social, la situación es aún más compleja. En la atención primaria, que quizás somos la parte más social de la salud, tendremos que poder detectar las situaciones vulnerables y frágiles. No puede ser de otra manera. Se debe poder trabajar de forma conjunta en la detección y abordaje de las diferentes situaciones que nos iremos encontrando. La crisis social que llevamos viviendo hace unos años, y digo viviendo porque en ningún momento se ha resuelto, no hará nada más que agravar las situaciones más frágiles. El trabajo conjunto en el ámbito salud y social, así como la intervención con diferentes agentes sociales debe ser clave para poder abordarlos. Se debe poder dotar a la ciudad de recursos para gestionar de forma coordinada esta fragilidad. Cuando hablo de recursos, creo que es hora de poder dar autonomía a las personas que atienden esta fragilidad, para poder gestionarla y tener en cuenta su visión antes de tomar ninguna decisión para dotar de recursos aquello que realmente lo necesita. Fuera de la atención directa
a las personas: espacio público, actividad física, cultura..., habrá que replantear cómo se vuelve a interactuar. Será necesario un replanteamiento de actividades y garantizar un "entorno seguro" al menos en los próximos meses o quizás años.
Como sociedad, hemos visto cómo el coronavirus nos ha demostrado que todos somos vulnerables. Basta de infantilizar a la sociedad. Con la magnitud de lo que viene por delante, creo que lo más responsable es poder trabajar para que el máximo número de cosas puedan ir bien, sabiendo que antes ya había algunas que no iban bien y que no todo se podrá resolver. La participación de atención primaria en estos espacios de debate, así como de agentes sociales y municipales, debe ser clave para aumentar la detección de fragilidad así como de intentar garantizar el acceso al máximo número de población a los recursos que se necesiten. Todo no irá bien, pero seguro que trabajaremos de forma incansable para que sean el menor número de cosas.
Oriol Huguet Briva Médico. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria Secretaria de Política Institucional de ERC - Vilanova i la Geltrú
