Miquel Casellas: "El regreso de unos vecinos elevados"

13 de mayo de 2020 a las 13:44h

Había una vez un pueblo que se había quedado sin su pareja de gigantes. Un heredero y una joven que tenían casi 100 años de historia. Siempre habían sido muy queridos por unas generaciones de aldeanos que habían compartido con ellos pasacalles, fiestas mayores y otros eventos populares.

Toda la pandilla de cabezudos de la localidad estaban muy tristes porque se habían quedado sin compañía en sus salidas festivas. Tristes y desconsolados porque estaban huérfanos de esta compañía tan bien plantada. Entre ellos se consolaban las penas por esta gran pérdida. Muchos de los vecinos y entidades del municipio difundieron a través de los medios de comunicación y de las redes sociales imágenes de sus vecinos elevados para ver si los encontraban, pero nadie supo averiguar dónde estaban. Los días pasaban, las hojas de la agenda iban cayendo y nadie había respondido al llamamiento que había llegado a todas partes del país y mucho más allá de sus fronteras.

Un día inesperado, al salir el sol una fotografía con los entrañables personajes inundó las redes sociales de los habitantes de la ciudad, resulta que un vecino que volvía de buena mañana a casa se los encontró en un rincón de la plaza Vella, contemplando el vacío de las calles a esas horas de la madrugada. La gente cuando abrió el móvil y vio aquella imagen en alguna red social fue con lo primero que encontró para ponerse a dar la bienvenida a sus vecinos de toda la vida.

Poco a poco se añadió gente y más gente venida de todas partes para participar en este recibimiento anticipado que su villa estimada les dio sin ningún tipo de protocolo ni programa previsto, totalmente improvisado.

La gente se hizo fotos. Todo el mundo preguntaba cómo había sido su recuperación, pero nadie sabía decir nada. La policía no paraba de revisar los vídeos de las cámaras de vigilancia esparcidas por lugares estratégicos del municipio y no encontraron ningún rastro de esta vuelta a su hogar. Todo era un misterio. El descubridor del milagro no paraba de responder a las preguntas a su alrededor con la misma frase de que él se los encontró de repente cuando volvía a casa por la mañana y que no había visto ni escuchado nada extraño por la zona.

Aquella misma mañana los grupos de cultura popular se pusieron de acuerdo para recibir a los nobles vecinos tal como se merecían. Entonces acordaron una serie de actos para el reencuentro oficial de los insignes vecinos. La cosa ya sería por la tarde porque a esas horas vale más que todo el mundo fuera a casa a comer y se preparara para una gran tarde repleta de actuaciones y muestras de alegría. Cuando tocaron las cinco comenzó el desfile de todos los elementos de cultura popular, entidades y vecinos del Vendrell para celebrar la recuperación de los amados gigantes. Todos desfilaron ante él, bailando, cantando, enviando besos y abrazos simbólicos para mostrar su estima por esta gran pareja que configuraban uno de los símbolos más queridos del municipio.

La fiesta tuvo que ampliarse a calles y plazas adyacentes porque el espacio no podía absorber las muestras de apoyo de todas partes que se acercaban a esta cita popular.

Fue un día de alegría y de fiesta que nadie preveía y que surgió espontáneamente de la gente del municipio donde todo el mundo tenía muy claro quiénes eran los auténticos protagonistas de todo.

Cuando todo el mundo ya había vuelto a casa y los gigantes estaban bien guardados en la casa grande, en uno de los árboles de una céntrica plaza del municipio apareció una nota escrita a mano sin firma que decía "Os devuelvo esta amada pareja de gigantes porque desde que los tenía guardados en el almacén para hacer una broma y devolverlos para antes de la Feria no he podido dormir ningún día por culpa de mi mala conciencia". Pasaron los meses y los años y cada 23 de agosto se celebra la fiesta de la recuperación de los gigantes viejos del Vendrell porque ellos también tienen su propia jornada como otras entidades de la localidad. Este es un cuento con un final feliz tal como ha pasado en la realidad por suerte de todos. Bienvenidos a vuestra villa Teresa y Salvador.

Miquel Casellas

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