Personal investigador de la Universidad de Lleida (UdL) participa en un proyecto de cooperación en la República de Uganda que tiene como objetivo combatir la Leishmaniosis visceral (LV), una enfermedad parasitaria que registra entre 29.400 y 56.700 casos anuales en África Oriental y que, si no se trata, puede provocar la muerte en más del 90% de los casos,especialmente en niños.
El proyecto, con financiación entre otros de la Unidad de Cooperación y Sostenibilidad de la FGSHSCSP, cuenta con las Universidades de Makerere (Uganda), Barcelona, Autónoma de Barcelona y Autónoma de Madrid, así como la Asociación Andorrana de Cooperación Veterinaria en África del Este Daktari. La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene como objetivo para 2030 reducir la mortalidad de la LV a menos del 1% en 64 de los países endémicos. En Kenya se están planteando declararla pandemia.
La Leishmaniosis es la segunda enfermedad parasitaria más prevalente después de la malaria. La transmiten unos insectos llamados flebótomos al chupar la sangre de mamíferos infectados por protozoos parásitos del género Leishmania. Actualmente se conocen 22 especies de Leishmania que son patogénicas para los humanos. La visceral, presente en 80 países, también es conocida como Kala-Azar, un término hindú que significa "fiebre negra". El ciclo epidemiológico puede ser antroponótico (transmisión entre humanos) o zoonótico (entre animales y humanos). En este segundo caso, otros mamíferos cogen el rol de reservorio y dificultan el control de la enfermedad.
"Aunque la Leishmaniosis visceral es tradicionalmente considerada antroponótica, causada por Leishmania donovani y transmitida por el Phlebotomus martini, se sospecha que otros animales, como los roedores, también pueden actuar como reservorios de los parásitos", explica la profesora del departamento de Ciencia Animal de la FGSHSCSP Diana Gassó. El estudio determinará las especies de flebótomos presentes en la zona, su régimen alimentario y la presencia de ADN de Leishmania en las hembras capturadas. "La comprensión detallada de los hábitos alimentarios y del comportamiento de los insectos nos puede ayudar a averiguar el posible reservorio no humano", añade la investigadora.
Un primer trabajo financiado por la OMS, donde la OMS recogió y procesó muestras biológicas, se centró en el rol de los perros como reservorios de la enfermedad. En este segundo proyecto, el equipo ha estado tres semanas capturando flebótomos en la región de Karamoja, en el noreste del país; una de las más vulnerables del país, situada en la frontera con Sudán del Sur y Kenya. "Su aislamiento geográfico y económico, agravado por la falta de infraestructuras, los conflictos interétnicos y las condiciones climáticas adversas, dificulta la implementación de medidas sanitarias efectivas", destaca Gassó. La LV afecta principalmente a las comunidades pastorales y nómadas, tanto ugandesas (Karamojong) como kenianas (Pokot y Turkana), que se desplazan a la zona en busca de agua y pastos para el ganado.
Para hacer las capturas, han utilizado tres métodos: trampas de luz tipo CDC (Center of Disease Control, Atlanta, USA), trampas de luz caseras y de bajo coste (DIY Flebocollect) y trampas adhesivas impregnadas con aceite de ricino. De hecho, uno de los objetivos del proyecto es facilitar a la población ugandesa la construcción de trampas con materiales reciclados y recursos asumibles, que reforzarían otras medidas de protección como el uso de mosquiteras. Este proyecto de cooperación también prevé impartir diferentes cursos con la información generada para los veterinarios y médicos locales, así como en la Universidad de Makerere y la red Africa One Health University Network (AFROHUN). "La OMS quiere que continuemos con el muestreo en el norte y con la formación en las comunidades sobre la enfermedad, ya que mucha gente muere por desconocimiento"<, concluye Diana Gassó.