Los sacrificios masivos de animales en el santuario tartésico de Casas del Turuñuelo en Guareña (Badajoz) durante la Edad del Hierro, hace más de 2.500 años, tuvieron lugar en tres fases diferentes. Así lo revela un estudio publicado este miércoles en la prestigiosa revista PLOS ONE, liderado por el Instituto de Arqueología de Mérida (IAM-CSIC), en el que ha participado una investigadora de la Universidad de Lleida (UdL). Los análisis revelan que los 52 animales descubiertos en el patio de este edificio murieron en tres fases diferentes. La mayoría son machos de équidos (caballos, asnos y sus híbridos) y de bovino, lo que demuestra una selección premeditada. Además, grandes cantidades de espigas de cebada quemadas sugieren que el fuego jugaba un papel clave en los rituales.
Tartessos es una cultura que comienza a formarse hacia el siglo IX a. C. en el triángulo que actualmente forman Huelva, Cádiz y Sevilla. Desaparece abruptamente por motivos que se desconocen en el siglo V a. C. El yacimiento de Turuñuelo contiene un ejemplo único de arquitectura protohistórica en el suroeste de la península Ibérica: un edificio de dos plantas con un patio de 125 metros cuadrados presidido por una escalinata de casi 3 metros que fue abandonado y cubierto con sedimentos a finales del siglo V a. C.
En este recinto, los expertos han desenterrado 6.770 huesos de animales domésticos que ahora ha analizado un equipo multidisciplinario del cual forma parte Ariadna Nieto Espinet, del Grupo de Investigación Prehistórica (GIP - ARQHISTEC) de la UdL. “El volumen de sacrificios de las fases 1 y 2 es extraordinario para los contextos europeos de la Edad del Hierro”, aseguran en el artículo. “El hecho de que sean mayoritariamente adultos descarta la probabilidad de que hayan muerto por causas naturales o por una epidemia. Además, la disposición escenográfica de algunos équidos en parejas sugiere un sacrificio ritualista intencionado”, añaden.
Los animales de la fase más antigua muestran signos de haber estado expuestos parcialmente a la intemperie, ya que fueron modificados por carroñeros. En la segunda y tercera fase, los esqueletos están completos y en conexión anatómica, lo cual sugiere un entierro rápido. En la última fase, junto con el sacrificio de dos équidos, se depositaron los restos de bueyes y cerdos con signos claros de procesamiento para el consumo humano. El banquete podría haber sido el último antes del abandono del santuario, que fue sellado intencionadamente a finales del siglo V a. C. bajo un túmulo de 90 metros de diámetro y 6 de altura.