Nace una nueva realidad

02 de abril de 2020 a las 07:37h

Seguro que también os pasa a vosotros. Cuando me levanto por las mañanas, tengo la sensación de que estoy atrapado en una de aquellas películas de Hollywood que recrean una catástrofe mundial. Desgraciadamente, ni es un blockbuster de éxito de taquillas ni es una pesadilla. Vivimos una realidad extraña provocada por la expansión del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19 convertida en trágica pandemia global, que nos obliga a todos a mantenernos confinados en casa para intentar doblegar la curva de los contagios. Quedarse en casa, en una sociedad moderna marcada por las relaciones sociales intensas, se ha convertido en la mejor estrategia y a la vez en el sacrificio necesario que se nos pide a la ciudadanía.

Esta situación nos ha mostrado la debilidad, no ya de nosotros mismos como personas expuestas a las enfermedades, sino de la propia arquitectura institucional y social que —a pesar de sus defectos— tan orgullosamente lucíamos hasta hace unas semanas. La crudeza de saber que hay en juego vidas humanas nos ha hecho cambiar las prioridades, las públicas y las privadas, pero primero hemos tenido que adaptarnos a una nueva forma de trabajar y de tomar decisiones. El término teletrabajo, que atribuíamos más bien a personas vinculadas al mundo de la informática y la creatividad, se ha convertido hoy por hoy en una opción apta para muchas profesiones del sector de los servicios y de la administración.

Y no estábamos preparados, no nos engañemos. Y, además, no lo estamos implementando en las mejores condiciones porque, forzados por la imposibilidad de salir de casa, nos vemos abocados a reconvertir en espacios de trabajo rincones de nuestros espacios vitales que, además, tenemos que compartir con la pareja, las criaturas o los abuelos. Y, a pesar de todo esto, estamos construyendo una nueva forma de trabajar, colaborativa y transversal, que tendremos que mejorar y perfeccionar a base de aprender de aquella vieja táctica: acierto-error-acierto...

Os puede parecer que he hecho una descripción bastante oscura de lo que nos está pasando. Y es así porque, para poner en su justo valor aquello que entre todas y todos estamos haciendo, hay que explicar el contexto difícil que estamos remontando. No es que seáis héroes o heroínas —también me resisto a adoptar la retórica bélica que algunos están imponiendo a esta crisis sanitaria—, pero la inmensa mayoría habéis interiorizado como propia aquella mítica frase del presidente Kennedy: "Pregúntate qué puedes hacer tú por tu país". En este caso, la respuesta es clara: quedarnos en casa, porque es la mejor manera de actuar en beneficio propio y de todo el mundo.

Pero hay otros sectores productivos para los cuales el teletrabajo no es ninguna opción: desde la industria al mismo sistema sanitario, de la agricultura a la cultura. Y en este caso, la urgencia ha sido imponer una frenada, inédita hasta ahora, mientras nos obligamos a pensar qué pasos tendremos que seguir para la recuperación de esta actividad y, por lo tanto, de nuestro sistema económico. Las administraciones tenemos la obligación —que en la Diputación nos estamos autoimponiendo— de actuar ante la emergencia y planificar ante los inciertos escenarios de futuro, para evitar que los más débiles se debiliten aún más.

Unas nuevas relaciones sociales están surgiendo y unas nuevas necesidades se añadirán a las que ya intentábamos cubrir. Intentemos también estar a la altura de vuestros esfuerzos personales ayudando a los ayuntamientos a mantener activos y vivos sus tejidos sociales y económicos locales, los que dan fuerza a los municipios. Incluso en una situación de crisis global, las alcaldías siguen siendo el primer escalón de la administración al cual la ciudadanía acude en busca de respuestas a las muchas preguntas que nos hacemos estos días.

No tenemos referentes de una situación parecida, más allá de aquellas ficciones cinematográficas de las cuales hablaba al principio, y esta circunstancia nos deja desamparados porque ignoramos qué grado de éxito pueden tener unas u otras medidas. Hagamos caso, entonces, de los que están en primera línea, las personas que conforman el sistema sanitario, que a base de una experiencia durísima empiezan a tener claras cuáles son las estrategias más efectivas. Hagámosles caso y quedémonos en casa. Por responsabilidad y para mantener aquel brillo de esperanza que nos están enseñando que no tenemos que perder nunca. Y, sobre todo, ¡cuidaos!

Joan Talarn i Gilabert Presidente de la Diputación de Lleida y alcalde de Bellvís
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