OPINIÓN | Joan Talarn: "Transformar la economía para arraigarnos al territorio"

08 de noviembre de 2020 a las 11:16h

Hace un par de décadas se popularizó el eslogan "los pequeños cambios son poderosos" gracias a una campaña que quería concienciar a la ciudadanía de que las grandes transformaciones, en aquel caso cuidando el medio ambiente, requieren también acciones individuales. Ha sido la suma de pequeños cambios de hábitos en nuestros hogares lo que ha hecho poderosa la conciencia social de que debemos cuidar nuestro entorno, porque también nos va la vida en ello.

Con el paso del tiempo y especialmente en las tierras de Lleida, el Pirineo y Aran, hemos sabido ligar de manera efectiva el cuidado de nuestro entorno paisajístico con la singular calidad de los productos y servicios que ofrecemos: gastronomía con ingredientes de una huerta y una ganadería cuidados al natural, turismo cultural y patrimonial sin aglomeraciones, la proximidad entre los centros de trabajo y nuestros hogares en un entorno seguro y saludable...

Pero no podemos ni debemos quedarnos aquí. El riesgo sería encerrarnos en una especie de monocultivo que nos otorgue una simple calificación de reserva natural para el disfrute de los que nos vienen a visitar, paradójicamente, a costa de impedirnos no el crecimiento sino el mantenimiento mismo de nuestra forma de vida. La demarcación de Lleida, la más grande y la más despoblada de Cataluña, ha encontrado hasta ahora la fórmula para defender nuestra forma de vida a pesar de la evidente falta de inversiones en infraestructuras que nos restan competitividad en comparación con las zonas más cercanas al área metropolitana de la capital. Uno de los ejemplos más paradigmáticos es la inexplicable odisea para conectarnos por autovía con Tarragona, donde las tierras del interior tenemos nuestro puerto, nuestra puerta a las exportaciones de los productos con sello leridano tan valiosos.

Debemos transformarnos, es evidente. Y debemos hacerlo con la inteligencia y el conocimiento adquirido en décadas pasadas y sin caer en el falso debate de que, para crecer, debemos sacrificar nuestras singularidades y nuestro medio ambiente. La era del crecimiento a base de polígonos con industrias que generan mucha mano de obra pero derrochan el medio ambiente ya ha quedado atrás, y afortunadamente en nuestras comarcas sólo se ha dado en contadas ocasiones. No hemos podido retener población, es cierto y es un problema, pero se trata de un problema que podemos abordar en mejores condiciones hoy por hoy, que ya tenemos claro a qué no pensamos renunciar, que es la calidad de vida. Y ésta es, precisamente, nuestra mejor oportunidad para ganar el futuro.

Todas estas reflexiones cobran más fuerza que nunca debido a los efectos socioeconómicos producidos por la pandemia de la Covid-19, pero debo decirles que desde la Diputación de Lleida, y especialmente desde el Patronato de Promoción Económica, ya nos habíamos dedicado de lleno al proyecto de Transformación Económica de las tierras de Lleida desde el inicio del actual mandato, cuando la posibilidad de que un virus pusiera en jaque a nuestra sociedad sólo podía protagonizar novelas y películas de ciencia ficción. Porque la Covid-19, en realidad, ha acelerado la percepción ciudadana y de los agentes económicos del acierto en los análisis que ya en diciembre del año pasado hacíamos desde el Patronato: hay que transformar nuestra economía para encontrar, fortaleciendo nuestros recursos y potencialidades, las oportunidades que nos permitan retener población y talento por la sencilla razón de que desde nuestros municipios tenemos la fuerza suficiente como para desarrollar nuestros proyectos de vida. Y este factor, a su vez, debe permitirnos atraer nuevo talento a nuestras comarcas.

En las últimas semanas ha comenzado ya a flotar hacia la opinión pública la concreción efectiva de proyectos encaminados hacia la transformación económica de las tierras de Lleida. Pueden imaginar que una Oficina Técnica que coordine las inversiones europeas de transformación entre Generalitat y Diputación para fomentar la economía verde, circular y digitalizada no se improvisa de un día para otro; como tampoco la creación de un área de investigación para el desarrollo de la tecnología 5G; o la refundación del actual Patronato de Promoción Económica de la Diputación de Lleida en el futuro Patronato de la Transformación Económica de las Tierras de Lleida. Son proyectos que vienen de antes de la pandemia y que hemos liderado desde la Diputación de Lleida para encarar con garantías la etapa post-Covid, junto con toda una serie de medidas que también analizamos en detalle antes de anunciarlas.

El objetivo final no lo podemos perder de vista, y en parte lo hemos podido visualizar en el resultado de la encuesta sobre el impacto económico de la pandemia que esta semana ha dado a conocer el Patronato de Promoción Económica. Debe ser la globalidad de la sociedad, esto es las instituciones y las entidades pero también la ciudadanía leridana en general, que debe comprometerse a maximizar los esfuerzos de manera colaborativa en pro de un objetivo común, que es la recuperación del tejido productivo local.

Desde las administraciones nos toca promover, como hacemos en la Diputación, medidas de impulso de un nuevo marco socioeconómico, pero quiero espolearles a poner en valor pequeños cambios individuales, como dedicar más espacio de nuestra bolsa de la compra a los comercios locales, que serán lo suficientemente poderosos como para facilitar las políticas de arraigo a una tierra que la queremos nuestra, pero también próspera, gracias a nuestras propias oportunidades y singularidades.

Joan Talarn i Gilabert Presidente de la Diputación de Lleida y alcalde de Bellvís