OPINIÓN | Joan Talarn: "Para la próxima generación"

23 de mayo de 2021 a las 11:10h

El plan europeo Next Generation EU supone la movilización más importante de fondos de toda la historia de la Unión Europea, 750.000 millones de euros hasta 2026 para políticas de recuperación y resiliencia con las que superar los estragos de las consecuencias socioeconómicas de la crisis sanitaria de la COVID-19. De esta inmensa cantidad de dinero que se repartirán entre los estados miembros, al español le han sido asignados 70.000 millones de euros. Y, a partir de aquí, poca cosa más sabemos con certeza, ya que la disputa política madrileña esconde en un segundo plano el debate sobre los criterios con los que se piensa hacer el reparto y la gestión de estos euros en un estado que hace más de 40 años que se resiste, incluso, a la mínima descentralización autonómica.

Ya el nombre del plan nos muestra de qué va la cosa: construir el futuro de la próxima generación de personas de la Unión Europea. No nos engañemos, no ha sido el impensable impacto del coronavirus el único factor que ha hecho disparar todas las alarmas sobre qué mundo dejaremos a nuestra descendencia. La COVID-19, en realidad, sólo ha sido el trágico acelerador de un proceso de degradación del planeta que muchos movimientos políticos y sociales ya llevábamos denunciando. Y los fondos Next Generation se han convertido, a la vez, en el acelerador financiero de los procesos de transformación económica que algunos, como es el caso de la Diputación de Lleida, ya estábamos poniendo en marcha.

Es en este contexto que hemos hecho públicos los ocho proyectos tractores con los que perseguimos transformar el modelo económico de la demarcación de Lleida, Pirineo y Aran que, saturado las últimas décadas, nos condena a una dinámica de despoblación de nuestros municipios. En resumen, se trata de grandes proyectos diseñados como si fueran una cajonera en la que poder encajar las acciones concretas que la administración local y las empresas privadas pueden encajar en la búsqueda de fondos europeos. Valoramos su impacto global en una inversión de 500 millones de euros que pueden propiciar la creación de 6.000 puestos de trabajo en los próximos cuatro años.

Cuando nadie podía predecir la pandemia pero intuíamos la necesidad de transformar nuestra economía, en Lleida empezamos a trabajar conjuntamente las cámaras de Comercio de Lleida y Tàrrega, la Universidad de Lleida, la Generalitat de Cataluña, la Paeria de Lleida y la Diputación en la definición de lo que llamamos una visión compartida de futuro. Para que la próxima generación de leridanos y leridanas tengan la opción de mejorar las condiciones de vida actuales, necesitamos avanzar hacia un nuevo modelo competitivo y sostenible de economía verde, circular y altamente digitalizada, que refuerce sectores estratégicos y favorezca la aparición de sectores emergentes y nuevos modelos de negocio.

Transformar el modelo económico de nuestra demarcación es el primer paso para fijar y atraer población, una población y su talento que aseguren precisamente el bienestar a estas próximas generaciones, que son la razón de ser de un territorio.

En mayo de 2021 nos encontramos, pues, con Europa, Cataluña y Lleida alineadas en el convencimiento de que debemos abordar con urgencia la transición verde y la transición digital para convertirnos en una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos, competitiva, justa e inclusiva. Siempre se ha dicho que Lleida dejó pasar el tren de la industrialización, pero en este momento estamos en el mismo vagón que Europa, porque la oportunidad de los fondos europeos nos ha cogido trabajando en esta misma línea.

Unidos, nos podemos quitar de encima el viejo estigma de ser la cenicienta de Cataluña, pero tampoco lo queremos hacer a cambio de renunciar a la fuerza tractora de nuestro sector primario, la fuerza tractora del resto de la población de Cataluña, de hecho. Si Lleida concentra el 53% de la producción agrícola y el 47% de la producción ganadera de Cataluña, no sólo no podemos menospreciar esta realidad sino que debemos poder ser capaces de convertirla en la palanca del cambio.

La apuesta por la bioeconomía circular —poner en valor todos los subproductos que genera la producción agroalimentaria, para reintroducirlos a la economía en forma de materiales, productos, energía o combustibles— puede poner a Lleida en situación de liderar el desarrollo tecnológico, nuevos productos y nuevos mercados. Podremos desarrollar un nuevo tejido industrial que no genere competencia con la producción de alimentos, sino que la complemente y que nos permita establecer vínculos con sectores industriales que hoy por hoy nos parecen lejanos a nuestro modelo productivo, como el de las nuevas tecnologías, la automoción, el farmacéutico o el de la producción de combustibles.

Este es el futuro. Y no es un futuro que soñamos, sino un futuro para el que trabajamos a través de ideas como el Biohub KM0, el Digital Innovation Hub del sector agroalimentario y forestal de Cataluña, la valorización integral de los recursos forestales del Pirineo, la transformación digital de la administración pública local, la energía y mundo local, el Ecosistema de innovación descentralizado y la capacitación y talento digital para el siglo XXI. Son estas las bases del futuro de la próxima generación.

Joan Talarn i Gilabert, presidente de la Diputación de Lleida y alcalde de Bellvís