Llueve sobre quemado en los campos afectados por el incendio de Torrefeta i Florejacs que afectó a las comarcas de la Segarra, la Noguera y el Urgell. Las llamas que hace dos semanas arrasaron cerca de 6.000 hectáreas, la mayoría campos de cultivo, contrastan con la lluvia caída el sábado que ha inundado campos y dañado numerosos márgenes de piedra seca que separan las fincas. Agricultores de la zona aseguran que el agua ha agravado los efectos del fuego y piden celeridad a la administración y reducir la burocracia para poder rehacer estas construcciones. Además, estos nuevos daños llegan antes de que los peritos encargados de evaluar los efectos del incendio hayan pasado por las fincas. El agua, sin embargo, se ha llevado las espigas que quedaban sobre el terreno.
En el núcleo de Vilamajor, en Cabanabona (Noguera), cayeron en poco tiempo unos 30 litros de agua por metro cuadrado. Son datos aproximados, ya que los pluviómetros se quemaron en el incendio y aún no se han sustituido. Es una cantidad de agua que en otras ocasiones no ha causado ningún problema a diferencia de las graves afectaciones de este sábado.
La agricultora y ganadera Neus Mangues remarca que si el terreno no se hubiera calcinado, el agua no habría hecho tanto daño, ya que la fuerza de las raíces de los cereales de los campos y de los árboles habrían evitado que la tierra cediera. "Pero ahora no queda nada, está todo muerto", señala Mangues, que añade que los campos el sábado parecían "ríos".
La afectación principal del agua se ve en las diferentes paredes de piedra seca que separan las fincas, donde numerosas han cedido a la finca de abajo o tienen socavones. También habrá que arreglar los caminos y quitar la grava que el agua ha arrastrado a los campos de cultivo.
Ante esto, Mangues pide celeridad a la administración y que queden exentos de la burocracia para poder empezar a reconstruir los márgenes tan pronto como sea posible. "Necesitamos reconstruirlo sin permiso porque de aquí a un mes tenemos que abonar las tierras para que tenemos que continuar nuestra vida y pasar página de esta pesadilla que hemos vivido estos últimos quince días", explica.
La lluvia ha llegado, además, cuando los peritos del seguro agrario aún tienen que pasar por la zona a evaluar los daños del fuego. Para hacer estas valoraciones los técnicos buscan espigas que hayan quedado. El agua, sin embargo, las ha arrastrado por los campos, de manera que han aparecido espigas quemadas de cebada en campos de trigo y viceversa.