"Al acceder a la avenida Pearson, vi que delante tenía otro bus urbano y pensé que no circulaba en el horario adecuado. Además, se apartó un poco para dejarme pasar.
Al adelantarlo, observé a varios pasajeros golpeando los cristales como pidiendo ayuda y, a la altura del conductor, vi al chófer acostado y a una joven al volante. Rápidamente bajé, le dije a la chica que pulsara el botón N, que es el de punto muerto, y yo, por la ventanilla del conductor, pude accionar el freno de mano", explicó ayer a este diario Albert Quílez, el conductor de Autobuses de Lleida que el lunes por la tarde ayudó a parar, con Elisabeth Muñoz, de 19 años, un bus de la línea 4 después de que se desmayara el conductor a causa de una indisposición.
Los hechos tuvieron lugar sobre las 15.30 horas entre la plaza Font i Quer y el campo de fútbol de Pardinyes cuando el chófer se desmayó sobre el volante, dejando el vehículo sin control. Quílez, que nunca se había encontrado con una situación como esta, afirmó que "por suerte todo acabó bien y no hubo ningún herido".
El conductor indispuesto continuaba ayer por la mañana ingresado en el Arnau de Vilanova, donde le practicaban pruebas. El gerente de Autobuses de Lleida, Carlos Soldevilla, explicó que "está bien pero no recuerda nada de lo que pasó". Además, quiso agradecer públicamente la actuación de Elisabeth Muñoz y añadió que "queremos preparar algún tipo de acto para reconocer su valentía".