"Habiendo nacido en una familia espiritista, desde mi juventud tuve a mi disposición numerosos libros que mi padre había adquirido y además la fortuna, a lo largo de mi vida, de presenciar numerosos e interesantes hechos de este carácter". Son palabras del médico y político Humbert Torres Barberà (1879-1955) que recoge una exposición documental en la Biblioteca de Lletres de la Universitat de Lleida (UdL), en el edificio del Rectorado. La muestra, titulada La vida no acaba en el sepulcro y la tumba no es más que un lecho de descanso entre dos etapas, se inauguró para Todos los Santos y se puede visitar hasta el 31 de enero de 2024.
En 1875 el espiritismo estaba en auge. Marià Torres i Castellà (1848 – 1934), padre de Humbert y abuelo del escritor Màrius Torres i Perenya, fue vicepresidente del Círculo Cristiano Espiritista de Lleida, que tenía su sede en el número 10 de la calle Democràcia, y uno de los delegados a las asambleas de la Unión Espiritista Kardeciana de Catalunya. Exponía su particular concepción de Dios y del alma en la revista mensual El buen sentido. Ante esta corriente, la Iglesia respondió publicando El Sentido Común, una revista bimensual que se enviaba gratuitamente a los curas y maestros de los pueblos en los que había algún centro espiritista.
Este es el punto de partida de la exposición que aprovecha los fondos históricos depositados en la UdL para descubrir una de las facetas más desconocidas de esta ilustre familia. La mujer de Marià Torres, Àngela Barberà, era médium. Hay constancia de su escritura automática en un documento original de 1921 que forma parte de la exposición. Por influencia de su madre, Humbert Torres también se interesó por la parapsicología y el espiritismo. "Incluso, justo antes de ir a la guerra, le pidió a su hijo Víctor que en caso de peligro invocara al alma de su difunta madre", explica el responsable de la Biblioteca de Lletres, Rodolf González.
Otro de los documentos curiosos que recoge la exposición es parte de una obra aún inédita de Humbert Torres, redactada entre 1946 y 1948, titulada Mi libro de metapsíquica. Los puntos cruciales. A lo largo de un millar de páginas, repartidas en 11 libretas escolares, expone sus ideas sobre temas como la personalidad, el cuerpo espiritual, la telequinesis, la criptestesia o el más allá.
La muestra también explica que el político participó en el Congreso Internacional de Metapsicología que se celebró en agosto de 1923 en Lieja (Bélgica), donde pronunció una conferencia sobre la inmortalidad, y que tuvo un papel central en el Congreso Espiritista Internacional, que tuvo lugar en Barcelona en 1934. También tradujo al catalán varias obras de espiritistas internacionales como las del psiquiatra italiano Ernesto Bozzano: La supervivencia humana (1928) y Los enigmas de la psicometría (1931).