El CEI de Balaguer acoge la exposición 'El alma de la fruta'

22 de noviembre de 2023 a las 12:23h

Pelar una manzana. Comer un melocotón. Probar una nectarina. Estas son acciones cotidianas que hacemos habitualmente sin pensar qué realidades hay detrás. En una sociedad donde los problemas medioambientales cada vez angustian más, se impone el comercio de proximidad para que este planeta sea sostenible. Pero, ¿estamos haciendo un bien a la Tierra, si los trabajadores y trabajadoras que cosechan y cuidan el campo lo hacen en condiciones indignas? ¿Qué se esconde detrás de cada pieza de fruta que nos llega a la mesa?

El sector agroalimentario es el sector industrial líder en Cataluña y produce cerca de un millón de toneladas de fruta. En la demarcación de Lleida hay más de 50.000 hectáreas de este cultivo que ocupan a unas 34.622 personas de manera estable, pero itinerantes muchas más.

Los temporeros y temporeras de la fruta se contratan por jornadas. En la época de recolección, sus jornadas son de 9 horas diarias, o más, y pueden llenar entre 40 y 50 cubos de unos 12 kilos en una hora. En total, al final de la jornada, sus espaldas habrán transportado unos 30.000 kilos de fruta a un precio de 7,80 euros por hora. Desconocedores de sus derechos, se obvia mayoritariamente la prevención y la salud laboral.

El cambio climático también ha afectado a la recolección de la fruta. Ésta cada vez se hace a temperaturas más altas. Golpes de calor o enfermedades asociadas a problemas músculo esqueléticos son cada vez más frecuentes, a la vez que atentan contra el derecho a un trabajo digno. A los temporeros y temporeras se les debe garantizar un trabajo y un salario dignos.

El Convenio agropecuario de Cataluña establece que a aquellas personas que viven a más de 70 kilómetros del lugar donde trabajan se les debe facilitar una vivienda o un lugar donde vivir con garantías. Muchas veces los ayuntamientos suplen este papel poniendo a disposición albergues públicos. Son los entes municipales los que cubren una grieta y pagan con dinero público una obligación que corresponde claramente al empleador. Las empresas vulneran sistemáticamente este derecho, y los trabajadores y las trabajadoras se buscan la vida en condiciones infrahumanas. En la Cataluña del siglo XXI, hay asentamientos y campamentos donde las personas viven en condiciones lamentables. Las condiciones de vida son esperpénticas para todo el mundo, pero aún lo son más para las mujeres, que se ven afectadas por una doble discriminación, la discriminación de género por el hecho de ser mujeres y además, por ser mayoritariamente inmigrantes, pobres y con pocos estudios.

En 2015, las Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Estos dos instrumentos deben permitir un mundo alejado de discriminaciones, en el que todas las personas tengan acceso a una vida digna.

Yassin, Farida, Abdelkader, todos son nombres anónimos. Nombres a los que el sindicalismo de clase que representa la UGT FICA de Cataluña se ha conjurado para que puedan tener una vida y trabajo dignos. Nuestra tarea es ingente, pero no pararemos hasta que estas personas sean tratadas como se merecen. Tenemos retos titánicos por delante. El mundo cambia. El clima también, y es necesario que también lo hagan las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras de la fruta. Porque comer fruta también puede ser un acto revolucionario si como consumidores y consumidoras exigimos que detrás las condiciones sean dignas.

Marién Moreno es licenciada en Bellas Artes por la Universidad BCN, ha estudiado en el Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña y tiene estudios de doctorado en la Humboldt-Unlversität de Berlín. Actualmente se dedica al reportaje social como medio de expresión para dar visibilidad a realidades y diferentes puntos de vista. El principal objetivo de su obra es reflexionar sobre la sociedad actual que nos rodea.

La exposición se podrá ver en el CEI Balaguer del 22 de noviembre al 22 de enero.

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