Conmemoramos, nos conjuramos y persistimos

09 de septiembre de 2022 a las 18:26h

308 años después, todavía hay quien quiere alargar el debate sobre qué conmemoramos y celebramos con la Diada Nacional de Cataluña. ¿La derrota de las instituciones catalanas a manos borbónicas de aquel infausto Once de Septiembre de 1714 o la victoria de un pueblo que aquel mismo día se conjuró para no desfallecer en la recuperación de las libertades arrebatadas por la fuerza de las armas?

La memoria es corta, de todos es sabido, y por esta razón cada Once de Septiembre la voluntad de este pueblo resistente y esperanzado se une en el acto de evocación de la gran tragedia nacional que fue aquella guerra, como todas las guerras que vinieron después, las que hoy nos remueven las conciencias y las que, por desgracia, esperan sólo la mecha que las encienda en la esquina de la historia. Pero aquella guerra fue contra nosotros...

La primera victoria de aquella batalla perdida ahora hace 308 años se produjo aquella misma noche, a imagen de lo que había sucedido ya siete años antes, la noche del once de noviembre de 1707, en que ocupada militarmente la Seu Vella, leridanas y leridanos comprometidos con el país se sobrepusieron al dolor infinito por las víctimas de la barbarie y se conjuraron a mantener defendiendo la forma catalana de vivir.

¿Qué conmemoramos pues? ¡Que estamos aquí! Que estamos para no perder la memoria y transmitir a las generaciones futuras que este pueblo que va de Salses a Guardamar y de Fraga a la Alguer continúa alzado en unos Países Catalanes que a lo largo de tres siglos ha persistido en aquel compromiso colectivo adquirido ante las víctimas humeantes de tantos intentos de aniquilar la nación y que hoy reafirmamos nuevamente.

Celebramos la renovación de nuestro compromiso en la recuperación de la identidad y las libertades que hemos tenido que ir sellando y actualizando de manera constante. Como hacemos hoy nuevamente, cuando las balas de cañones usurpadoras han sido mutadas en golpes de porra represivos, los batallones borbónicos convertidos en escuadrones de fiscales y jueces injustos, y las requisas de bienes transformadas en intromisiones tecnológicas injustificables de nuestra intimidad. Si después de un Once de Septiembre vino un 14 de Abril, nuestra generación ha vivido un 1 de Octubre...

Nos conjuramos en el rechazo permanente contra la obstinada vigencia de aquella instrucción de Felipe V al duque de Berwick hecha el mismo 12 de septiembre sobre cómo tratar a los catalanes: "Se merecen ser sometidos al máximo rigor según las leyes de la guerra para que sirva de ejemplo para todos los demás súbditos que, a semejanza suya, persisten en la rebelión".

Esta mentalidad de ocupación se mantiene arraigada por siglos, ahora perpetuada en "A por ellos" (amparado por otro Felipe) que gritan por bandera los que quieren mantener vigentes las leyes de la guerra. Contra ellos oponemos la voluntad de persistencia en nuestros objetivos de liberación nacional por las vías de la democracia y la justicia social.

Perseveramos, a pesar de aquellos que quieren dar vigencia acrítica a aquella advertencia amarga de Josep Pla: "Parece que esté escrito en algún lugar bastante elevado que en este país tengamos que ser pocos y mal avenidos". Somos pocos según con quién nos comparemos. Somos tantos catalanes como daneses, fineses, eslovacos o noruegos. Y estamos tan mal avenidos como todas las sociedades europeas plurales, donde la discrepancia es un valor a defender en sí mismo, no un delito que perseguir con mentalidad inquisitorial.

Conmemoramos, celebramos, nos conjuramos y perseveramos cada Once de Septiembre. Pero todavía no disponemos de las herramientas de un Estado propio en beneficio de los proyectos de vida de la ciudadanía catalana. Y por esta ciudadanía persistimos, para hacer realidad una Cataluña entera con un gobierno independiente que garantice una sociedad avanzada, feminista, verde y respetuosa de su tierra y su gente. Una Cataluña a la que no renunciamos y por la cual continuaremos trabajando intensamente hasta que la estrella blanca de la libertad ondee en la bandera que nos identifica a todos los europeos.

Hoy, 308 años después en la Seu Vella de Lleida volvemos a proclamar: ¡Viva Cataluña Libre!

Joan Talarn i Gilabert, presidente de la Diputación de Lleida y alcalde de Bellvís

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