El teniente de alcalde de Urbanismo de Girona, Lluís Martí, critica que "la lentitud y rigidez administrativa" ha dificultado sacar adelante proyectos "que ya tendrían la obra terminada o bien estarían en curso". Martí asegura que, a medida que avanzaba el mandato, se han encontrado "con una interpretación restrictiva de las normas" que ha ido "en aumento", y que esto les ha supuesto "un agravio" a la hora de impulsar proyectos.
A pesar de esto, y aunque admite que les habría gustado "hacer más", el concejal asegura que el área de Urbanismo cierra estos cuatro años con "un buen balance". Eso sí, también admite que la inflación de los últimos meses les ha obligado a revisar precios, y que esto puede traducirse en renuncias por parte de adjudicatarios o concursos que queden desiertos.
Lluís Martí explica que, durante este tiempo, el Ayuntamiento de Girona ha sacado adelante "más de 450 proyectos y contratos de obras" (desde las más grandes hasta las menores) que han permitido "mejorar todos los barrios de la ciudad". Entre los proyectos que se han terminado, Lluís Martí ha situado la primera fase del Modern "como más emblemático". Y dentro del listado, también ha citado la plaza de Germans Sàbat, el muro para proteger Sant Ponç de las crecidas del Ter, la reforma de las calles Muntanya, de la Creu y Cardenal Margarit o el derribo de las estructuras en la antigua Simon.
En paralelo, el concejal también ha subrayado que durante estos cuatro años, desde el área de Urbanismo se ha "sembrado" para dejar "grandes proyectos a punto". Aquí, ha situado la reforma de la calle Barcelona (donde se ha encargado el proyecto que abarca desde la nueva Clínica Girona al futuro instituto Ermessenda), "el esfuerzo para sacar adelante el campus del nuevo Trueta" o la reconversión del chalet Soler en Casa de la Tecnología.
El teniente de alcalde de Urbanismo, sin embargo, no ha ocultado que la inflación derivada de la guerra de Ucrania les ha supuesto dificultades. Por un lado, porque se han tenido que revisar precios de licitaciones y proyectos ya adjudicados -la reforma de la Central del Molí, por ejemplo, se ha encarecido hasta los 1,5 millones de euros- y por otro, porque también se ha traducido en el hecho de que haya concursos que han quedado desiertos o bien en renuncias de obras. "Es una cuestión que, en función de cómo evolucione la inflación, puede convertirse en un goteo de casos", explica.
Complejidad administrativa
El concejal ha explicado que "es evidente" que les habría gustado cerrar mandato terminando más proyectos. Pero que, en este punto, se han encontrado con un tope que ha ido a más: "la complejidad y rigidez administrativa". Sobre todo, puntualiza, aquello que ha ido "en aumento" es una "interpretación restrictiva de las normas, en algunos casos, excesiva" (en una clara referencia velada al secretario municipal).
Según el teniente de alcalde de Urbanismo, esto ha supuesto "añadir un grado más de complejidad" a los trámites, y ha dicho que esta "rigidez" se ha traducido en proyectos y obras "que ahora ya podrían estar terminados o bien tenerlos en curso". Por eso, Lluís Martí ha asegurado que, sobre todo en el caso de las administraciones que pueden legislar, lo que habría que hacer es "facilitar la ejecución de los proyectos que deben mejorar el día a día de las personas". "No puede ser que nos pongamos más trabas; tenemos que pensar cómo agilizar estos proyectos", ha concluido.
Durante el balance, el concejal también ha sacado cifras del trabajo que se ha hecho desde Urbanismo en el día a día. Aquí, ha explicado que durante estos cuatro años se han concedido 10.000 licencias de obras, 3.000 más de actividades y que se han tramitado 2.500 expedientes de ocupación de la vía pública.
Mejora la calidad del aire
Martí ha pasado balance acompañado de la concejala de Movilidad, Marta Sureda, y del de Sostenibilidad, Martí Terés. Las tres áreas que llevan se engloban dentro de la de Territorio del Ayuntamiento. Durante su intervención, Terés ha destacado que este ha sido el mandato en el que se ha hecho efectiva la municipalización del agua -con la creación de la empresa CATSA- y también ha hecho inciso en que, durante este tiempo, ha mejorado la calidad del aire en la ciudad.
Según ha explicado, las emisiones de dióxido de nitrógeno en Girona -el índice con el que se mide- se han reducido en un 20% a lo largo de los últimos cuatro años. De media, durante el 2019 se registraron 26 microgramos por metro cúbico; y el año pasado, la cifra se redujo hasta los 21. "Y esto, teniendo en cuenta que la calidad del aire ya era buena, porque el tope que se fija son los 40 microgramos", ha puntualizado.
Entre otros, han explicado Terés y Sureda, esto se explica porque las medidas para "pacificar la ciudad y avanzar hacia una movilidad sostenible" han sido efectivas. De hecho, la concejala ha recordado que el año pasado se registró un 25,7% menos de tráfico en las calles de Girona en comparación con el 2019 (el último año prepandemia) y que los usuarios del transporte público, por el contrario, casi han recuperado la cifra de entonces.