Una vez más, este pasado domingo se ha perpetuado en el Santuario de la Virgen del Vilar de Blanes una de las tradiciones más longevas de estas características que se conserva aún en todo el territorio gerundense. Se trata del Voto de Vila, que se ha encargado de renovar por primera vez el alcalde de Blanes, Jordi Hernández. La promesa data del siglo XVIII, y la iniciaron los devotos de la Virgen del Vilar ante el temor de que la ciudad donde empieza la Costa Brava fuera invadida por las tropas francesas. La renovación de la promesa consiste en que el alcalde lea un escrito redactado en el catalán original que se hablaba en el siglo XVIII, y al estilo de un texto notarial donde se recogen al pie de la letra todas las vicisitudes, así como el listado de las autoridades que entonces dieron fe y autenticidad a la tradición.
De hecho, la lectura del Voto de Vila es el momento culminante de la celebración que se acoge en el Santuario de la Virgen del Vilar, y contó con la asistencia de concejales y concejalas del consistorio, así como de los miembros de la Obra del Vilar. Ambos colectivos presidieron el acto sobre el altar, situándose los dos colectivos en sus dos extremos. La misa fue concelebrada por los dos rectores de Blanes, Enric Roura y Josep Perich, quien cerró el oficio rogando para que las guerras de Hamas-Israel y de Rusia-Ucrania tengan pronto una solución de paz.
Una de las tradiciones más longevas que se conserva en el territorio gerundense
La renovación del Voto de Vila se conoce también popularmente como la celebración del Aplec Votivo de Sant Rafel, y la organizan los miembros de la Obra del Santuario del Vilar con el apoyo del Ayuntamiento de Blanes. El texto que configura la promesa narra todo lo que pasó en el año 1794, y se leyó por primera vez el 24 de octubre de 1795. Durante la lectura se pueden escuchar giros y expresiones que actualmente se han perdido en el tiempo, invistiendo el acto de una autenticidad histórica.
Origen bicentenario de la tradición del Aplec Votivo de Sant Rafel
Los hechos que originaron el nacimiento de esta costumbre se remontan al año 1794, por el temor de la llegada a Blanes de las tropas francesas. Los devotos de la Virgen del Vilar se llevaron la imagen del Santuario a la Parroquia Santa Maria para protegerla. Sin embargo, prometieron a la virgen que, si los salvaba de la amenaza de la invasión, asistirían de nuevo cada año al Vilar para renovar la promesa, lo que se conoce como el Voto de Vila, para agradecerle esta intercesión.