Hablar de la (auto)violencia que sufren las mujeres para seguir los cánones de belleza a través de un detonador: el trastorno de la conducta alimentaria. De esta forma, Suerte sube sola al escenario. Con un monólogo, por primera vez en su carrera, explicando su historia personal. Ya nunca tengo hambre es la obra de teatro que desde el 28 de agosto y hasta el 8 de septiembre se puede ver en el teatro La Gleva, en Barcelona. Y en octubre, en los Teatros Luchana de Madrid. La actriz, nacida en Jaca, escribió durante tres años la historia que ha marcado parte del transcurso de su vida. Ahora, con 28 años, ha logrado trasladarla al mundo del teatro para comunicársela a los espectadores. "Me di cuenta de que necesitaba hablar de esto sobre un escenario con un lenguaje claro, directo y sin eufemismos". Aparte de esto, Ya nunca tengo hambre habla del amor que la protagonista busca en los demás - con una fuerte incidencia en la validación masculina - para mostrarse valiente ante el mundo.
El viaje comienza gracias a una conversación con sus amigas después del confinamiento. Esto ayudó a Suerte a ser consciente del TCA que sufrió durante su adolescencia. "Es importante en el momento en el que me pasa y es cuando me doy cuenta de que debo romper un silencio", explica Suerte, que gracias a la confianza de la directora de la obra, Anna Sarrablo, ha logrado llenar la sala prácticamente cada día. "El estreno ha sido bestial", explica Sarrablo.
Naturalizar y hablar de salud mental
Ya nunca tengo hambre se ha gestado durante dos años. "Suerte me pasó el texto para que me lo leyera", explica la directora. Posteriormente, se pusieron a trabajar para trasladar lo que inicialmente era una poesía al ámbito teatral. La puesta en escena, la escenografía y los códigos necesarios para llegar al espectador. De esta forma, fueron encontrando la fórmula para que todo comenzara a tener sentido. "Ha sido un proceso que se ha hecho desde el respeto al mismo proceso. No siempre ocurre. A veces trabajas desde la exigencia, la presión o incluso la violencia", explica la actriz. En todo caso, ambas coinciden en el 'amor absoluto' hacia la historia y todo lo que conlleva.

El componente autobiográfico juega un papel fundamental en la obra. Aunque no es el tema central, el trastorno de la conducta alimentaria se plantea en el escenario con una fuerte declaración de intenciones. La ironía, e incluso con un cierto espacio para el humor, la salud mental adopta un protagonismo clave durante toda la representación. "El humor me ayudó mucho a escribir cuando la herida más sangraba. Es un recurso que nos permite hablar de estos temas", añade Suerte. Además, según la actriz, el humor ayuda a que el espectador no desconecte y pueda vivirlo de una forma menos dolorosa.
'Compartir el dolor'
"Es muy efectivo compartir el dolor. El objetivo es que los grupos de amigas vengan a ver la obra y luego salga la conversación en la mesa del bar", dice Suerte. De hecho, durante estos días de representaciones, la protagonista se ha encontrado con mujeres del público que han logrado conectar con los fundamentos de la historia. "Una chica me agradeció haber puesto el cuerpo para hablar de este tema", detalla. En todo caso, la actriz busca que Ya nunca tengo hambre sea un 'abrazo' para todas las mujeres que hayan sufrido o aún atraviesen un TCA. "Quiero enviar una carta de esperanza para todas ellas".

Según la directora, inicialmente plantearon que el tipo de público de la obra se encontraba en una franja de edad de entre los 20 y los 30 años. Pero también han venido asistentes mayores. "El mensaje ha llegado de la misma manera", celebra Sarrablo. La directora, con una experiencia de 30 años dentro del mundo de la interpretación, era la primera vez que afrontaba un reto que tratara esta temática. "Siempre intento que en mis proyectos no solo se explique una historia, sino que también remueva las conciencias de la gente".
Salto a Madrid
Después del éxito que han logrado en la capital catalana, Ya nunca tengo hambre aterrizará en octubre en los Teatros Luchana de Madrid para continuar explicando la historia. "Tengo la sensación de que funcionará muy bien", expresa la directora. Aunque la obra se enmarca en el circuito del cual la directora llama 'circuito alternativo', tanto ella como la actriz esperan que la acogida sea igual de buena que en Barcelona. Serán solo dos funciones, pero la intención es que las miradas de Suerte con el público hagan que el mensaje impacte con la misma fuerza que lo ha hecho en La Gleva.