El número de mujeres que duermen en las calles de Barcelona se ha reducido en un 35% desde que se puso en marcha la Medida de gobierno para la prevención del sinhogarismo femenino y la introducción de la perspectiva de género en la atención a las personas sin hogar. En concreto, la cifra ha pasado de las 134 mujeres que se detectaban en la calle en el mes de enero de 2020 a las 87 mujeres que se detectaron el pasado mes de marzo, la última cifra disponible según los recuentos que hacen cada mes los equipos municipales. La cifra, a pesar de ser aún elevada y el compromiso asumido por el Ayuntamiento y la treintena de entidades que conforman la Red de Atención a Personas Sin Hogar (XAPSLL) para que ninguna persona duerma en la calle, sí muestra la idoneidad de una medida pensada para realizar un abordaje integral y particular sobre un fenómeno que ha sido históricamente invisibilizado y que es poco conocido. Desde el año 2008, que es cuando se empezaron a recoger datos de forma más sistematizada, el número de mujeres en situación de calle en la ciudad de Barcelona ha fluctuado siempre entre el 11% y el 15% del total. Por primera vez, por tanto, se ha conseguido rebajar esta cifra por debajo del 10%, aunque en números absolutos el fenómeno del sinhogarismo está en ascenso en el conjunto de las grandes ciudades europeas. Las diferentes crisis socioeconómicas, el encarecimiento del precio de la vivienda en paralelo con el descenso de la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora o bien el aumento de la movilidad internacional han sido algunas de las causas, aunque en el caso de la ciudad de Barcelona el número de plazas de alojamiento se ha más que doblado durante la última década, hasta las cerca de 2.700 plazas que existen en la actualidad. De hecho, a pesar de la irrupción de la pandemia de Covid-19, el Ayuntamiento de Barcelona habilitó desde el primer momento diferentes equipamientos y dispositivos de emergencia para dar respuesta a las personas que no podían confinarse por no disponer de un hogar, hasta un total de 700 plazas. Uno de estos equipamientos, y fruto de la Medida de gobierno para la prevención del sinhogarismo femenino, fue la apertura de un dispositivo específico para mujeres en el Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB), que posteriormente se trasladó a un establecimiento hotelero en el centro de la ciudad hasta el mes de septiembre de 2020, y que en su conjunto atendieron a 192 mujeres diferentes. En paralelo, las 54 plazas del Centro de Primera Acogida (CPA) de Sarrià funcionan actualmente solo para mujeres y también se han abierto desde entonces dos Centros Residenciales de Inclusión (CRI), La Llavor y La Violeta. La Llavor abrió en octubre de 2020, tiene capacidad para 40 mujeres y lo gestiona Sant Joan de Déu Serveis Socials con la colaboración de la Fundación Ared y la financiación del Ayuntamiento. La Violeta abrió en abril de 2021, tiene capacidad para 26 mujeres más y lo gestiona el Centro de Acogida Assís con la financiación compartida del Ayuntamiento y el departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalitat de Cataluña. Este incremento de plazas y por tanto de la capacidad de atención y alojamiento se ha realizado a la vez que se está produciendo una reestructuración de los servicios municipales existentes, tal y como recoge la medida municipal. La falta de visibilidad del sinhogarismo femenino ha hecho que, históricamente, los equipamientos para personas en situación de calle se diseñaran desde una óptica androcéntrica, sin tener en cuenta las necesidades específicas de la población femenina en aspectos tan importantes como la seguridad, la intimidad, la higiene o la privacidad. Esto respondía a las necesidades percibidas por los servicios que atienden a estas personas y que estaban enfocadas a aquellos que sufren la exclusión residencial más visible: los hombres que duermen a la intemperie. Las últimas investigaciones sociológicas que se han realizado en el conjunto de países de Europa, sin embargo, demuestran que los procesos y trayectorias que llevan a situaciones graves de exclusión residencial y sinhogarismo operan de forma muy diferente entre los hombres y las mujeres. Las mujeres, en la práctica, soportan más situaciones de infravivienda o de abusos y violencia que los hombres antes de quedarse a la intemperie y, cuando llegan a una situación de calle, lo hacen en una situación de deterioro físico y emocional objetivamente más grave. El objetivo de la Medida de gobierno para la prevención del sinhogarismo femenino pasa no solo por hacer visible un fenómeno tradicionalmente menospreciado, sino sobre todo hacer prevención para articular políticas que pasen de un enfoque simplemente asistencial a otro más preventivo. De hecho, la proporción de mujeres que viven o han vivido en la calle y que han sufrido algún tipo de violencia es mucho más elevada que la de los hombres. Las mujeres, en general, van a los servicios sociales sobre todo cuando las redes sociales de apoyo han fallado y no tienen más alternativa y, adicionalmente, en el caso de las madres con hijos a cargo, el miedo a perder la custodia o a ser monitorizadas pueden suponer un freno para hacerlo.
Se reduce un 35% el sinhogarismo femenino en Barcelona
11 de mayo de 2021 a las 10:28h
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