Queda libre el monitor acusado de violar a un niño de 13 años autista y discapacitado

07 de junio de 2023 a las 16:36h

La Audiencia de Barcelona ha absuelto al monitor de un centro de menores de Teià (Maresme) juzgado por supuestamente agredir sexualmente a uno de los internos de 13 años hasta cinco veces. La fiscalía y la acusación particular le pedían 67 años de prisión, pero los magistrados a pesar de no desmentir al denunciante, dicen que no tienen más pruebas contra el acusado y que, en cambio, la defensa sí aportó pruebas de descargo.

 

De hecho, solo la supuesta víctima, autista y con un 42% de discapacidad, y su madre, que tenía cierta enemistad con el monitor, sostenían la acusación, mientras que los compañeros de trabajo y los forenses apoyaban la versión del acusado.

 

Después de la práctica de toda la prueba realizada en el juicio oral y de analizar las periciales médicas del acusado, la sala considera que: "No podemos afirmar que el denunciante faltara a la verdad en su relato, ni que éste fuera inducido por una tercera persona. Lo que el tribunal expresa es que su declaración, como única prueba de cargo, es insuficiente para considerar acreditados los hechos objeto de acusación. La falta de corroboraciones externas y las inconsistencias que hemos analizado, junto con la importante prueba de descargo aportada por las defensas nos conducen, como no podría ser de otra manera por imperativo de la presunción de inocencia, a la absolución de G.G.A. de todos los delitos por los que estaba acusado".

 

El acusado trabajó en el centro desde finales de octubre de 2013 a principios de enero de 2014 como monitor de día, y desde entonces hasta el 24 de agosto de 2015 en el turno de noche.

 

Según las acusaciones, cosa que la sentencia no considera demostrado, durante 2014 y aprovechando la situación del menor y el hecho de que él era el único vigilante de noche, le hizo tocamientos y le obligó, "con fuerte conminación", le hizo penetraciones bucales y anales. Así, a principios de año, cuando ambos volvían en coche de la prisión de mujeres de Barcelona para visitar a la madre del chico, lo llevó a una zona boscosa aislada, cerca de Teià, le pidió como "favor" al que no se podía negar, que le hiciera una felación. A continuación, lo amenazó con que si decía algo lo trasladarían a un centro de menores delincuentes, lo que intimidaba a la víctima.

 

En julio de 2014 el acusado y otro educador llevaron a la víctima y a otros menores al cine, en Mataró. Como la víctima se portaba mal, el acusado lo llevó a un rincón apartado para reñirle y le tocó los genitales. Entre julio y agosto de 2014 el acusado hizo ir al menor a su despacho a las 12 de la noche y lo invitó a ver un documental. Cuando terminaron, lo hizo acompañar a la zona del centro donde se guardan los cochecitos para bebés. Allí, lo hizo desnudar y lo penetró analmente en el suelo. La víctima lloró de dolor, y el acusado lo calmó y lo llevó a la cama para dormir.

 

Cuatro semanas después de estos hechos, hacia septiembre, el acusado le recriminó al menor que hablara tanto con el subdirector, lo llevó a la zona de los cochecitos, le dio una bofetada y lo volvió a penetrar analmente. Finalmente, entre septiembre y octubre, la situación se repitió y el menor acabó llorando y vomitando.

 

El menor explicó los hechos a raíz de una charla sobre abusos sexuales por parte de una enfermera, seguida de una conversación que tuvo una psicóloga en noviembre de 2017 en Barcelona. Entonces se lo explicó a su madre, que ya había salido de prisión. Desde entonces el menor tiene estrés postraumático y se le han agravado otros síntomas que ya tenía como aislamiento, ideas suicidas, conducta sexual desinhibida, masturbación compulsiva, tristeza, desconfianza y culpabilización.

 

Durante el juicio, el acusado alegó que tenía disfunción eréctil y que cuando le dijo al joven que él era gay, éste mostró cierto rechazo. Los compañeros de trabajo del acusado explicaron que el monitor era uno de los mejores del centro y que era casi imposible que hubiera podido agredir sexualmente al joven sin que nadie más lo hubiera detectado. En cambio, tanto estos trabajadores como algunos psicólogos explicaron que el joven tenía mucha imaginación y se inventaba cosas.

 

Por todo ello, los magistrados concluyen que no hay suficientes pruebas contra el monitor, aunque no desmienten totalmente al denunciante.

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