La avenida Maria Cristina ha recuperado la fiesta de bienvenida del nuevo año después de la pandemia. Poco más de 100.000 personas han seguido el espectáculo de fuegos artificiales y campanadas de luz organizado por el consistorio, sorprendentemente muy alejado de las proclamas de emergencia climática realizadas por el consistorio en los últimos días, en las que se pedía el esfuerzo de todas las familias barcelonesas.
El espectáculo comenzó una hora antes de la medianoche. Posteriormente, se ofreció un montaje de la compañía francesa Gruope F, dirigido por Christophe Berthonneau, y dedicado al hermanamiento entre pueblos y el llamamiento al entendimiento. El dispositivo policial en la zona ha contado con controles de acceso para evitar la entrada de vidrios y armas blancas. La baja afluencia de espectadores se ha acercado a las cifras de 2019 cuando el evento concentró 94.000 personas, una importante bajada que se puede explicar con la ola de inseguridad que se está viviendo en la capital catalana, y que obligó a desplegar por esta noche a un dispositivo policial para detectar armas entre los asistentes.
Cabe destacar que para esta noche tan especial el Ayuntamiento de Barcelona ha realizado un claro y sorprendente paréntesis en su discurso en favor del medio ambiente y la emergencia climática en la cual asegura que nos encontramos, como así demuestra el alto dispendio de electricidad para llevar a cabo este espectáculo, y la lógica contaminación del aire con el uso de fuegos artificiales, además de poner en peligro a varios animales como pájaros y peces.
