En los últimos meses se ha hecho habitual la imagen del parque de los Tres Turons invadido por cientos e incluso miles de personas durante el fin de semana. Con el confinamiento perimetral decretado por la Generalitat, muchos barceloneses, como que no pueden salir de la ciudad, buscan espacios verdes que queden dentro de su término municipal y es por este motivo que ahora la zona está sobre utilizada.
Aunque como aseguran desde la plataforma Can Baró, muchos de los visitantes de otros barrios son personas cívicas, con esta situación se están produciendo mucho actos vandálicos e incívicos.
El último episodio, según denuncia la plataforma, ha sucedido en las proximidades del polideportivo de la calle Tenerife donde hay un área de recreo. En las últimas semanas ha aparecido una gran cantidad de vidrios rotos como consecuencia de los botellones que se producen en el Mirador de la Rovira y en los botellones que se producen en el parque.
"Hay gente haciendo picnic en el mirador que tira las botellas hacia abajo o gente que hace botellón en la misma plaza de las Pedreras", explican desde la plataforma Can Baró refiriéndose a la plaza que se encuentra al lado del polideportivo.
El problema es grave porque estas zonas son utilizadas por niños que podrían sufrir algún tipo incidente mientras juegan. "No hemos tenido ningún niño o niña que se haya hecho daño... los padres y madres estamos muy atentos para evitarlo", explica una integrante de la plataforma.
Un problema endémicoLos vecinos próximos al Parque de los Tres Turons están en constante comunicación con el Ayuntamiento y aunque el consistorio cumple actividades de limpieza, lo cierto es que en la zona, la presencia de policía o patrullas de civismo es muy baja.
Esto hace que el parque muestre imágenes de basuras llenas de escombros o que durante el confinamiento, según denuncia la plataforma Can Baró, se celebraran fiestas aunque estaba prohibido.
Además, la zona tiene el mirador de los Búnkers, uno de los nuevos atractivos turísticos de Barcelona y que en pocos años ha vivido una fuerte masificación. "Hemos llegado a ver taxis paseando por la montaña en zonas que no se podía", sentencian desde el colectivo vecinal.