Ir de compras al mercado, una práctica con mucha historia

15 de diciembre de 2023 a las 15:53h

Alrededor de las 11 de la mañana, el mercado del Clot ya lleva más de tres horas de actividad. Preparar los escaparates para lucir los productos y atraer la atención de los clientes es la primera tarea de los vendedores. Cuesta ver gente joven. La gran mayoría son personas que sobrepasan los 40 años y, principalmente, jubilados y jubiladas. Pescaderías, carnicerías, verdulerías y, cada vez con más frecuencia, comida preparada. Esto es lo que prima en los 30 puntos de venta, aproximadamente, en el mercado del Clot. Hace años, sin embargo, era muy diferente todo.

Este mercado nació a mediados del siglo XIX y lo hizo en la calle, donde los agricultores de los municipios cercanos vendían allí sus productos. Con la evolución del tiempo la actividad se trasladó al interior del edificio. A principios del siglo XX había aproximadamente 300 puntos de venta. Ahora, esta cifra no supera los 40. Cada vez hay menos paradas y los comerciantes tienen la respuesta.

Falta de relevo

"El relevo generacional está dejando de existir. Además, cada vez es más caro todo y cuesta sacar adelante algunas iniciativas". Cristina es la quinta generación de una familia que vende en el mercado del Clot desde 1889. Y, según explica, la última. Junto con su marido proveen pescado fresco a todo el que se acerca a su parada.

Después de hacer tres remodelaciones e invertir esfuerzos y dinero, Cristina considera que desde el Instituto Municipal de Mercados se podrían facilitar más las cosas. "A veces no te dejan hacer según qué. Si quiero vender algún producto que no es pescado, tienes que pagar más o sencillamente no puedes hacerlo. Hay gente que está muy interesada en hacer algo, pero encuentran trabas", explica.

No es el caso del Clot, pero en Barcelona hay mercados que cuentan con algunas paradas que están vacías. Según los datos que ilustró Betevé del Instituto Municipal de Mercados, en los 43 que hay en la ciudad son 112 las paradas cerradas susceptibles de poder abrir. Un problema que afecta, por ejemplo, al mercado de Hostafrancs, que aún se está reactivando después de llevar a cabo las transformaciones pertinentes.

Se necesita más preparación

Vicens Balaguer vende frutos secos y comida preparada en el mercado del Clot desde hace 25 años. Antes, sin embargo, ya lo hacía con otra parada. Parte del problema cree que se encuentra en la falta de preparación. "Estas paradas cerradas podrían ser rentables, pero no hay gente que las coja. Quizás es porque, si no te lo enseñan los padres, hay jóvenes que no se ven con la iniciativa para poner en marcha un negocio de este tipo", explica.

Precisamente por este motivo pide más ayuda por parte de las administraciones, con el objetivo de reactivar una actividad que atrae mucho público. De hecho, durante 2022, los mercados en Barcelona recibieron más de 63 millones de visitas, según datos del Instituto Municipal de Mercados. Y, cada vez más, la cocina sostenible y el producto de proximidad es algo que genera más inquietud en los compradores.

Es el caso de Roser. Está jubilada, va al mercado del Clot casi cada día y lo hace por una sencilla razón: la calidad del producto. "Vengo siempre a la pescadería de Cristina. El producto me gusta más y ya tengo mi rutina para ir a comprar", expresa. Pocos metros más allá, otra compradora declara lo mismo, y añade su punto de vista sobre la evolución de los mercados. "Antes venía mucha más gente. Creo que hay que concienciar más sobre estos lugares, que no necesariamente son más caros. Espero que la tradición de venir a comprar aquí siga existiendo", declara la mujer.