Con el fin de mejorar la circulación de peatones, el Ayuntamiento de Barcelona ha ampliado las aceras de algunas calles de la ciudad. Esta medida se ha tomado durante la pandemia y además de mejorar los desplazamientos a pie, tiene como objetivo reducir la contaminación de algunas calles en las que tradicionalmente había mucho tráfico y evitar aglomeraciones que aumenten el riesgo de contagio.
Según un estudio del Real Automóvil Club de Cataluña (RACC), la ampliación ha fracasado porque los peatones prácticamente no utilizan estos espacios. En el estudio llamado "La movilidad en Barcelona en la nueva normalidad" el RACC ha realizado 60.000 observaciones de las zonas ampliadas. Asimismo, la empresa ha determinado que menos del 20% de los peatones emplean los nuevos espacios en el asfalto que se han habilitado para caminar. Es decir, la mayoría de personas que circulan por las calles modificadas siguen haciéndolo por las aceras que ya existían.
De este modo, en los nuevos espacios situados en la calle Rocafort solo el 16,1% de los peatones los utilizan, en el Consell de Cent solo el 13,3% y en la Gran Vía solo el 4,1%. Aún más preocupante es la utilización en la Gran Vía donde solo el 0,5% de los peatones hace uso.
Por el contrario, en la calle Girona, la utilización de los nuevos espacios para peatones en lo que antes era carretera es mucho más elevado. El 47,8% de las personas utiliza estos nuevos espacios. Otros datos interesantes
Además, el estudio revela que en comparación con lo que pasaba antes de la pandemia, los viajes Barcelona ha vivido una reducción de 1.125.000 desplazamientos diarios. En este sentido también se ha detectado un cambio en el tipo de movilidad: el uso del transporte público baja en favor de los desplazamientos a pie, en bicicleta y en vehículo motorizado particular. Si antes de la pandemia el 24% de los habitantes de Barcelona iban en coche a trabajar, ahora lo hace el 47%.