Eric Ayala: "Mi objetivo es que un niño de cinco años diga que quiere ser pizzaiuolo"

15 de diciembre de 2023 a las 12:11h

Son casi las 11 de la mañana y la nueva pizzería de Sabadell Il Figlio di Emiliano, situada en la calle de la Mare de Déu de les Neus, ya tiene las persianas subidas, aunque los primeros clientes no llegarán hasta las 20 h de la noche. Un chico joven vestido de chándal gris sale de un coche que aparca justo delante del local. Da un beso afectuoso en la frente de su pareja y empieza a descargar cajas que contienen ingredientes que parecen sacados de una tienda delicatessen de productos italianos: Mozzarella di bufala Campana, Pomodorino di Corbara, Carciofini mammarelle y Mozzarella Fior di latte. Su hermana Íngrid y su pareja Clara entran y salen de la pizzería para ayudarlo a transportar las cajas de comida. Él, con cara de cansado, pero con una sonrisa contagiosa se disculpa por "hacernos esperar".

Un enorme horno de leña destaca al dar el primer paso dentro del local. Es blanco, imponente, con unas letras grandes en bronce que anuncian quién es el 'pizzaiuolo' que regenta el restaurante: Eric Ayala. Bajamos a la planta inferior, donde las paredes teñidas de ocre y marrón, el techo alto, y la luz ténue le confieren un estilo rústico y antiguo. Se sienta en una de las muchas sillas de madera y con su característica vitalidad asegura "que está encantado de que le hagan preguntas y de explicar a los demás todo aquello que los de su casa ya saben".

Eric Ayala Moix (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, 1998) siempre había tenido claro que "hacer y crear sus propias cosas era el camino correcto". Estudiaba ADE y tenía un pequeño negocio en línea de compraventa de libros de segunda mano. No tenía ningún tipo de relación con Italia ni con el mundo gastronómico, pero a través de YouTube descubrió su pasión y lo que posteriormente lo acabaría convirtiendo en el 'pizzaiuolo' más reconocido del territorio catalán. "Empecé a mirar vídeos por YouTube y me enamoré de todos los detalles de la pizza napolitana: el horno de leña, la organización y sincronización que se establece entre pizzero y hornero y el desorden de la pizzería napolitana".

Su fascinación por el arte de la pizza lo llevó a dejar el negocio que entonces tenía y a dedicar todos sus esfuerzos a formarse como 'pizzaiuolo'. Un camino que implicaba ir a Nápoles y, posteriormente, abrir una pequeña pizzería en el comedor de su casa. Ayala fue compaginando su pasión con el tercer año de carrera universitaria, hasta que se dio cuenta de que la vida pasa en un abrir y cerrar de ojos. "Lo último que me dijo mi padre antes de morir fue que tenía que perseguir mis sueños. Allí me di cuenta de que no podía perder el tiempo. Decidí dejarlo todo y me fui a Nápoles con mi novia a buscar trabajo de pizzero".

"Lo último que me dijo mi padre antes de morir fue que tenía que perseguir mis sueños. Allí me di cuenta de que no podía perder el tiempo. Decidí dejarlo todo y me fui a Nápoles con mi novia a buscar trabajo de pizzero".

Una vez en Nápoles las cosas no fueron nada fáciles. Ayala dejaba su currículum en cada pizzería con horno de leña que veía. El "no" era la respuesta más habitual y aquellas que le daban alguna oportunidad le exigían estar años de aprendiz antes de acercarse a la pala. "La jerarquía napolitana en tema pizzería es muy marcada y para ser pizzero te tienes que pasar entre 3 y 4 años trabajando. El problema es que yo no tenía todo este tiempo".

Abrumado por el ritmo frenético de la ciudad y a punto de perder la esperanza, se topó con la oferta de la pizzería Al Terrazzo, donde tuvo la oportunidad de trabajar con la familia Moccia y conocer a sus dos grandes "maestros". "Roberto me enseñó la técnica y su padre, Antonio, me dio grandes lecciones de vida, él me enseñó la filosofía que debe tener un pizzaiuolo".

"Roberto me enseñó la técnica y su padre, Antonio, me dio grandes lecciones de vida, él me enseñó la filosofía que debe tener un pizzaiuolo"

A pesar de que se fue a Nápoles sin billete de vuelta, Ayala tenía claro que, tarde o temprano, volvería, "ya que su misión era aprender la técnica, la filosofía y la esencia de la pizza napolitana". Y así lo hizo. Después de una larga estancia trabajando codo a codo con la familia Moccia decidió volver a la ciudad que lo había visto crecer.

La experiencia en Nápoles le hizo darse cuenta de que "el nombre del pizzero es mucho más importante que el nombre de la pizzería" y su hermana, Íngrid Ayala, quien creyó en la obsesión y apuesta de Eric, empezó a colgar vídeos suyos en las redes sociales. "Yo sabía que la figura del pizzero es la cara visible y que todas las redes las teníamos que enfocar en él, no en la pizzería. Pero fue mi hermana quien ejecutó bien toda la estrategia y consiguió que petara".

Eric Ayala en su pizzería Il Figlio di Emiliano. Fotografía: Júlia Ponsa

Hoy en día, el joven Eric Ayala tiene 135k seguidores en Instagram y más de 47k en TikTok. Su forma de comunicar cercana e improvisada han logrado calar entre el público y su comunidad crece por momentos. Un éxito en las redes que lo han llevado a ser el 'pizzaiuolo' más popular de Cataluña, incluso antes de abrir la pizzería, y que ha sido clave para que la gente conozca su historia y entienda su concepto gastronómico. "Hago una pizza muy de los orígenes y tenía miedo de que la gente no lo entendiera. Que en Sabadell la pizza más pedida sea la margherita es una locura, era mi reto, lo hemos conseguido y estamos muy contentos".

A pesar de las restricciones que se han visto obligados a hacer (no tienen número de teléfono, no hacen pedidos a domicilio ni reservas los fines de semana), la cola interminable de gente delante de la puerta de la pizzería de Eric Ayala ya se empieza a formar a última hora de la tarde, y ya hace semanas que las reservas para el mes de diciembre están completas. "La gente viene a las 20 h y se espera 40 minutos para una pizza para llevar. En Nápoles esto es lo normal, pero aquí no. Lo que no me esperaba es esta entrega tan grande".

"Hago una pizza muy de los orígenes y tenía miedo de que la gente no lo entendiera. Que en Sabadell la pizza más pedida sea la margherita es una locura, era mi reto, lo hemos conseguido y estamos muy contentos".

Su pequeño equipo, que es también su familia, vieron la necesidad de aumentar plantilla. A través de un llamamiento en las redes sociales pidieron a los interesados que enviaran un vídeo explicando los motivos por los cuales querían ser "maestros". Recibieron más de 60 solicitudes, entrevistó a 10 y, posteriormente, seleccionó a tres para hacer una prueba. Finalmente, se quedó con dos chicos, los que, asegura, "vio que tenían potencial, no de hacer pizzas, porque nadie sabía, sino potencial de tener la actitud para poder llegar a ser pizzero en un futuro". Una actitud que según Ayala pasa por "ser humilde, tener nervio y poner mucha sensibilidad y amor en lo que haces".

No hace ni un mes que Il Figlio di Emiliano ha abierto, pero lo cierto es que el proyecto de Eric Ayala sube como espuma. La envergadura que está alcanzando requiere más espacio y más gente en el equipo. Con una sonrisa traviesa, confiesa que "lo que tiene planeado para los próximos cinco años ya lo sabe. Pero no nos lo revelará porque si no no lo volveremos a entrevistar".

A pesar de que no especifica cuáles serán los próximos proyectos intuimos que van más allá de un restaurante. "Mi objetivo es hacer todos los pasos posibles para que un chaval de cinco años diga que quiere ser ‘pizzaiuolo’ y sus padres estén orgullosos".

"Mi objetivo es hacer todos los pasos posibles para que un chaval de cinco años diga que quiere ser ‘pizzaiuolo’ y sus padres estén orgullosos".
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Júlia Ponsa
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