Detienen a 27 ladrones de relojes de lujo que actuaban en Barcelona

12 de junio de 2017 a las 14:27h
El Grupo de Multireincidentes de Barcelona de los Mossos d'Esquadra ha detenido desde finales de octubre a 27 hombres como presuntos autores de 20 robos, entre violentos y hurtos, de relojes de lujo en Barcelona. Las víctimas eran principalmente turistas de alto poder adquisitivo y congresistas, que se movían por las zonas hoteleras y de ocio de Ciutat Vella y el Eixample. Los arrestados acumulan más de 250 antecedentes policiales en diferentes países y el valor total de los relojes sustraídos asciende a 312.000 euros, con unidades que van desde los 500 a los 120.000 euros. Los relojes se vendían en el mercado negro en países de Oriente Medio y del norte del Magreb, donde hay una alta demanda de este tipo de producto. Catorce de los arrestados han ingresado en prisión y los otros trece han quedado en libertad con cargos. Tres han sido condenados por juicio rápido.
En una rueda de prensa este lunes para explicar las 27 detenciones, el jefe del Área de Investigación Criminal de la Región Policial Metropolitana de Barcelona, el inspector Pere Pau Guillén, ha señalado que los detenidos formaban parte de varias baterías de entre dos y cinco personas y, si bien se conocían y a veces se intercambiaban algunos de los miembros, no integraban una organización criminal jerarquizada que las coordinara. Guillén ha apuntado que sí que había uno de ellos que había adquirido un cierto rol de líder, pero lejos de capitanear ninguna estructura. El inspector ha destacado que la colaboración entre diferentes cuerpos policiales ha sido muy importante en esta operación que los Mossos han llamado 'Raqib', reloj en árabe, porque los detenidos se movían continuamente por diferentes países y ciudades. Guillén ha explicado que los arrestados son hombres jóvenes de nacionalidad francesa y belga con origen en países del Magreb, como Argelia, y que viven en ciudades como París o Londres, aunque la "gran movilidad", ha insistido. El inspector ha afirmado que si bien vendían los relojes a un precio mucho más bajo de su valor a los receptadores, los beneficios que obtenían igualmente eran altos y, además, rápidos, hecho que permitía a algunos de los detenidos llevar un nivel de vida alto. Especialmente uno de ellos, que vestía con ropa muy cara y organizaba fiestas de lujo. "El reloj tenía que ser suyo" La investigación comenzó a finales de octubre del año pasado cuando los Mossos detectaron un incremento continuado de robos de relojes de lujo en la vía pública, mientras que hasta entonces este delito se producía "en rachas", ha señalado Guillén. Durante la fase embrionaria de la investigación, los agentes establecieron que los ladrones localizaban a las víctimas potenciales en las puertas de restaurantes, hoteles, discotecas y otros establecimientos donde habitualmente se mueven turistas con un alto poder adquisitivo. Conocían perfectamente el valor de los relojes que querían robar -de firmas como Richard Mille, Audemars Piquet, Hublot o Rolex- y las posibilidades para venderlos posteriormente en el mercado ilícito. Los detenidos solían actuar en grupos de tres o cuatro y a menudo iban arreglados para pasar desapercibidos entre las víctimas. Una vez seleccionado el objetivo, seguían a la persona hasta que encontraban el momento idóneo para cometer el robo. Se acercaban a la víctima con cualquier excusa y hacían maniobras de distracción para sustraerle con habilidad el reloj sin que se diera cuenta. Ahora bien, si la víctima se resistía o no veían claro el golpe a través del hurto, utilizaban la intimidación o la violencia, "la estrictamente necesaria para conseguir el reloj", ha puntualizado el inspector. "Una vez habían localizado a la víctima, aquel reloj tenía que ser suyo", ha resaltado Guillén. Cuatro de las detenciones tuvieron lugar el 9 de marzo pasado cuando los Mossos pudieron actuar in fraganti mientras hacían un servicio de paisano. Detectaron a cuatro especialistas en el robo de relojes de lujo en la Barceloneta en actitud de seguimiento a una víctima. Los ladrones se dirigieron a un bar con clientes de alto poder adquisitivo y monitorizaron los movimientos de la víctima después de comprobar que el reloj que llevaba era de lujo. Cuando el hombre salió del local, los arrestados se situaron detrás suyo estratégicamente para bloquearlo y arrebatarle el reloj. Fue en aquel momento que los policías intervinieron para detener a los cuatro ladrones y devolver el reloj al propietario. Las 27 detenciones por parte del Grupo de Multireincidentes, con la colaboración de las unidades de seguridad ciudadana de la Región Policial Metropolitana de Barcelona, forman parte de la primera fase de un operativo contra los ladrones de relojes de lujo y hay en marcha una segunda parte de la investigación por este tipo de delitos en la ciudad. Tres de los detenidos en esta primera fase ya han sido juzgados, con penas de dos años de prisión para uno de ellos y de tres años y tres meses para los otros dos. Los ladrones que actúan contra turistas saben de la dificultad de que un juicio contra ellos prospere porque muchas de las víctimas no vuelven para declarar en la vista oral. Ahora bien, Guillén ha apuntado que en este caso algunas de las víctimas han podido volver para prestar declaración por su poder adquisitivo o también por motivos de agenda, ya que tenían que volver a Barcelona por otros compromisos. Los Mossos también han intentado agilizar las diligencias y realizar ruedas de reconocimiento, que se consideran una prueba preconstruida y que, si son positivas, pueden ser cruciales en el juicio. Los investigadores piden penas más altas para los receptadores El jefe del Área de Investigación Criminal ha querido incidir en el papel de los receptadores a la hora de colocar los relojes robados: "Detrás de los robos, hay una persona que compra el material sustraído y tiene la capacidad de trasladarlo a otros países. No sólo pasa con los hurtos de gama alta, sino también en robos a domicilios". Guillén ha destacado que las penas para los receptadores son "muy bajas", de como máximo dos años, situación que, por ejemplo, complica a los investigadores conseguir medidas cautelares. Por eso, ha planteado que se debería revisar el Código Penal para que se pudieran aplicar penas más altas.
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