La tuberculosis repunta

28 de octubre de 2020 a las 13:59h

Los últimos datos de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, correspondientes al año 2018, siguen mostrando una tendencia a la baja de esta afectación milenaria que aún a día de hoy, a nivel mundial, se perpetúa como una de las primeras causas de muerte por patógeno junto con el VIH, la hepatitis viral y la malaria. En contra de lo que se creía, la crisis económica de 2008 impulsó un descenso estable de infectados por la marcha de muchos ciudadanos extranjeros hacia sus países de origen. La mejora en la capital catalana ha sido constante desde entonces, con una reducción anual promedio del 3%.

En estos momentos, sin embargo, las sensaciones se invierten, especialmente en el Hospital del Mar, que atiende mayoritariamente a recién llegados, que representan el grueso de población más afectada, de los barrios con un porcentaje más alto de casos por habitante como son los del Raval, Ciutat Vella y la Barceloneta. Si bien la media de enfermos en el conjunto de la ciudad se fijaba en 2018 en 15,7 casos/100.000 habitantes, la ratio de atención de este centro sanitario se sitúa de media ahora mismo en unos 80/100.000. Francisca Sánchez, médica adjunta del Servicio de Enfermedades Infecciosas, trabaja en la atención domiciliaria y la consulta presencial para diagnosticar y hacer el seguimiento del tratamiento de pacientes que han desarrollado tuberculosis. De marzo a julio, tuvo que abandonar esta tarea para centrarse en la emergencia del nuevo virus SARS-CoV-2, hecho que impidió, hasta bien entrado el verano, el seguimiento en persona de los enfermos a los que no se pudo realizar ningún tipo de control, en perjuicio lógico de su evolución.

Después de unos meses de tranquilidad, el panorama vuelve a dibujarse grave como en primavera. El traslado del personal médico se suma al empeoramiento de las condiciones socioeconómicas, y a la constatación de un aumento de la drogodependencia, la delincuencia, el hacinamiento de personas, la higiene insuficiente o la alimentación precaria, circunstancias que favorecen la propagación de una bacteria que después de 15.000 años de existencia ha sabido adaptarse de manera óptima a una convivencia a largo plazo con los humanos. "Desde los últimos datos favorables de 2018, estamos notando aquí en concreto un repunte de casos. La sensación es de más precariedad general, que sobre todo recae en la comunidad de recién llegados". El último informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona mostraba el diagnóstico de 417 casos totales de tuberculosis en la ciudad, un 4,8% menos que en el año 2017. De todos modos, subrayaba un preocupante repunte en mujeres (2,4%) y especialmente en las autóctonas (4,2%).

Francisca Sánchez no tiene una explicación específica para esta circunstancia, pero constata, más allá de la tarea concreta de divulgación a las familias de los afectados "la dificultad de llevar a cabo campañas de sensibilización generales porque la explosión de casos nunca es tan repentina y evidente como ocurre por ejemplo con otros virus como la gripe o el nuevo COVID-19. La baja probabilidad, asimismo, de desarrollar la enfermedad a pesar de haberse infectado con el patógeno (entre un 5% y un 10% de los casos), hace que sea muy difícil de alertar y prevenir a la población natural de Barcelona".

Adrián Sánchez, doctor del Centro de Atención y Control de la Tuberculosis de la Vall d'Hebron, alerta de que en el conjunto de Cataluña, más allá de las ciudades donde confluye la mayoría de la inmigración, "Los casos de infección son igual de presentes en ciudadanos autóctonos". A pesar de tender a la baja y mantenerse en unas cifras muy poco destacables "es evidente que la crisis económica y social que comportará la situación que estamos viviendo contribuirá a un empeoramiento de las condiciones de vida, lo que automáticamente puede derivar, también en nuestra casa, en un resurgimiento de estadísticas negativas de la enfermedad".

La tuberculosis, bautizada también como tisis por los griegos, o plaga blanca en occidente, es causada por una bacteria, Mycobacterium tuberculosis, descrita en 1882 por el médico alemán Robert Koch. Puede llegar a vivir de forma latente, sin manifestarse, durante muchos años. Se diagnostica mediante el análisis de esputo o a través de la famosa prueba de la Tuberculina. Las vacunas existentes hasta el momento, tres en concreto, muestran una efectividad de menos del 80%, por lo que el remedio principal deriva en una combinación de antibióticos que deben tomarse a diario y sin excepción durante seis meses.

Como muchos de los afectados, bien por desconocimiento o por falta de apoyo, abandonan antes de tiempo el tratamiento, la enfermedad ha generado en el transcurso de las últimas décadas una multirresistencia a determinados fármacos que la vuelve, en casos específicos, más virulenta. Un hecho que por sí solo debería, como mínimo, impedir bajar la guardia, también dentro de sociedades que, como la nuestra, la asocian de manera errónea a algo del pasado.

Sobre el autor
C CIUTAT
Redacció
Ver biografía
Lo más leído