La otra cara de la Covid: un hombre pierde la vida por el retraso en las operaciones

28 de enero de 2021 a las 13:26h

Alfonso Gomis Sales no murió de Covid-19, pero la suya es una más de las muertes colaterales por la saturación del sistema sanitario a causa de la pandemia. Alfonso murió esperando una operación que le podría haber salvado la vida.

El 22 de diciembre, Alfonso tenía prevista una intervención quirúrgica en el Hospital General de Castellón para tratar la pancreatitis crítica que sufría. Pero el cierre de los quirófanos antes de Navidad impidió que la operación se llevara a cabo, y su estado empeoró.

Su hija Olaia no tiene ninguna duda: su padre fue víctima de «una negligencia». La intervención fue cancelada cuando el preoperatorio ya estaba en marcha, y lo que empezó siendo una pancreatitis moderada derivó en una situación grave que lo llevó a ingresar de nuevo el 17 de enero. Moría tres días después.

Alfonso tampoco fue operado durante el segundo ingreso a pesar de que dos días antes del fatal desenlace, su hija había presentado una queja al Servicio de Información y Atención al Paciente (SAIP) para «denunciar la situación, después de que el médico dijera que le daría el alta si así lo consideraba». Horas después, el mismo médico la informó de que su padre había muerto.

Alfonso ingresó por primera vez en el hospital el 4 de diciembre, con 76 años y unas piedras en la vesícula que le causaron una pancreatitis. El hombre volvió a casa con la fecha de la operación ya asignada, pero «el 22 de diciembre le dijeron que no se podía operar porque habían cerrado los quirófanos a la Covid-19 y que entraba en lista de espera».

Su estado fue empeorando, aunque recibía medicación y seguía una dieta estricta. El 17 de enero fue de nuevo a Urgencias y Olaia pidió al médico que operaran a su padre. «Me dijo que era igual que la otra vez y que era una pancreatitis moderada», explica, y entonces decidió poner la queja, «porque vi que lo enviaban a casa cuando su estado había empeorado».

Al día siguiente recibió la llamada del médico diciéndole que el estado de salud de su padre había empeorado. «Entonces nos dejaron entrar en la habitación por primera vez», sigue explicando, «y al menos no murió solo». La hija de Alfonso está segura de que podrían haber abierto un quirófano si hubieran querido, o derivarlo a la privada para operarlo, «pero no quisieron hacerlo».