El informe apunta cómo algunos indicadores de las trayectorias educativas de los adolescentes migrantes se deterioran durante el curso escolar. En este caso, la mentoría social, que implica que una persona voluntaria les acompaña durante algunas horas a la semana, les ayuda a no empeorar de forma significativa.
En concreto, los adolescentes que participan en proyectos de mentoría perciben que mejoran el doble en el aprendizaje de la lengua que aquellos que no. Por lo tanto, los autores del estudio destacan que la mentoría es un buen complemento en la lucha contra el fracaso escolar.
El colectivo que representa mayores cambios son los jóvenes migrantes solos. En concreto, mejoran mucho en salud mental, resiliencia, autoestima y esperanza en un futuro mejor en comparación con otros jóvenes que no tienen este apoyo. La mentoría es un apoyo de gran ayuda para que puedan afrontar una transición a la vida adulta en una situación más estable y sus aspiraciones personales mejoran el triple.
Según apuntan los autores, la mentoría también incide de forma positiva en la inclusión de las personas adultas solicitantes de asilo, favoreciendo su bienestar socioemocional, complementando el apoyo formal y administrativo de las entidades de acogida. Se crea un espacio seguro y cómodo donde estas personas se sienten en confianza para aprender la lengua. "Me ha ayudado mucho a sentirme como parte de un grupo y no como un invitado. Para mí, la mentoría era crear un espacio de identidad", expone Mahmoud Assy, mentorado del Programa Catalán de Refugio.
La creciente necesidad de ofrecer apoyo a la inclusión social de las personas migradas y refugiadas, más allá de una ayuda asistencial y de servicios sociales, ha promovido la emergencia de nuevos programas de asistencia informal, sobre todo durante los cinco años anteriores a la pandemia. "Ante el auge de los proyectos de mentoría social, hay que apostar por la calidad y la investigación. Debemos asegurarnos de que el impacto que promovemos sea positivo y significativo", explica la directora de la Coordinadora de Mentoría Social, Marta López.
El estudio, realizado con el impulso de la Fundación "la Caixa" y con la colaboración de la Asociación Catalana de Universidades Públicas, ha analizado el impacto de la mentoría en tres grupos: la adolescencia de origen migrante con los proyectos Rossinyol y enTàndem, los jóvenes migrantes solos con el proyecto Referentes, de Punt de Referència, y las personas adultas solicitantes de asilo con el proyecto Programa Catalán de Refugio. En todos los casos se demuestra que los mentores ofrecen un apoyo muy relevante en los momentos de transición que viven las personas mentoradas y que suponen un riesgo importante para su salud mental.