El efecto Plensa

23 de diciembre de 2020 a las 14:11h

En plena pandemia, y con mucha gente haciendo cola delante de la exposición de Jaume Plensa en la galería Senda, de Barcelona.

Si sois habituales de las galerías de arte, sabréis que esta imagen no se da ni los días de inauguración, cuando hay barra libre de cava, canapés y croquetas de pollo. Pero Plensa, nuestro artista más internacional, juega en otra liga. En Barcelona no tiene el favor de los que cortan el bacalao en el mundo del arte institucional. Pero sí el del público. Incluso el del público que no visita muchos museos ni galerías. Y es que –oh, anatema– ¡la obra de Plensa gusta a casi todo el mundo!

"Este es su pecado", pienso, mientras observo a la gente admirando, fotografiando de manera compulsiva Minna's Words, una cabeza de chica suspendida, con los ojos cerrados y un dedo delante de los labios para pedirnos que bajemos el volumen, que escuchemos los latidos de nuestro corazón.

La espiritualidad new age de Plensa es ecuménica. No necesita muchas explicaciones; de hecho, sobran las palabras y los discursos. Cada uno se la puede hacer suya.

Siempre he pensado que Plensa es un artista con muy pocas ideas, pero poderosas, universales, casi tan reconocibles como los relojes blandos de Dalí. Y que el mundo cultural catalán está lleno de envidiosos.

Minna's Words es una escultura de madera, recubierta con una piel de bronce, suspendida en el aire gracias a unos cables metálicos. Las palabras de Minna son palabras interiores, escuchadas durante La Larga Noche –título de la exposición–, este espacio-tiempo durante el cual suspendemos toda actividad e intentamos domar a nuestros demonios.

En la entrada de la exposición, también suspendida en el aire, la volátil Invisible Ana nos habla de nuestra fragilidad. Se trata de otra testa femenina, ahora en malla de acero. Que cada uno interprete lo que quiera, la invisibilidad de la mujer –o del ser humano–, su vulnerabilidad, la orografía de los cuerpos, las limitaciones de las apariencias...

Precisamente, uno de los recursos más utilizados últimamente por Plensa es una variante de las anamorfosis, deformaciones ópticas que "descorregixen" las habituales ilusiones visuales con las que el arte del renacimiento definía el espacio. La escultura Laura Asia, también de madera recubierta con bronce, reivindica la pureza de la juventud. Su rostro cambiante obliga al espectador a ejecutar una danza inconsciente a su alrededor.

La exposición de Jaume Plensa La Larga Noche se puede visitar en la galería Senda, de Barcelona, hasta el 31 de enero.

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C CIUTAT
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