Cuando la suciedad y la Covid-19 no deberían ir de la mano

12 de noviembre de 2020 a las 11:09h

La Covid-19 nos ha hecho plantear la manera en la que estamos optimizando nuestros recursos, tanto los naturales como los industriales. Nuestro ecosistema respiró cuando todo el país estuvo confinado, a consecuencia de la pandemia. En aquel momento, varios estudios dieron un pistoletazo de salida importante para la concienciación hacia una cultura más sostenible.

El Grupo de Investigación en Estadística, Econometría y Salud (GRECS) de la Universidad de Girona y Aurelio Tobías, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) hicieron un estudio entre febrero y mayo de este año para relacionar el contagio con la contaminación atmosférica, y descubrieron que las partículas contaminantes que extraen los vehículos hacen de transmisores directos a través del aire y esto podía hacer que las zonas urbanas tuvieran un riesgo más elevado de mortalidad por la Covid-19.

Otros estudios, como los de la UPV, confirmaron que durante el estado de alarma y la limitación de movimiento, el aire que respirábamos mejoró porque bajó hasta un 64% el dióxido de nitrógeno.

Ahora que ya podemos salir de forma menos restrictiva, nos encontramos con quejas constantes por parte de vecinos de diversas poblaciones por la falta de concienciación medioambiental. Tanto pueblos como ciudades de toda Cataluña se quejan de la falta de civismo por parte de muchos otros ciudadanos y por la poca ayuda que hay por parte de las autoridades pertinentes para hacer frente a la suciedad que inunda cada día nuestras calles, los vertederos, las carreteras, las montañas y el mar.

Cada vez hay más residuos esparcidos a diestro y siniestro, sin ningún miramiento, en cualquier lugar. Incluso, los puntos de recogida de basura están a rebosar y muchos objetos tirados a la basura necesitan una recogida especial y a algunos ciudadanos les da exactamente igual y lo tiran donde creen más oportuno. Desde varios vecindarios catalanes se pide una solución a esta falta de solidaridad y a que desde las instituciones se marquen unas prioridades y unas normativas para facilitar una sociedad con más oportunidades.