Barcelona impulsa un Pacto por la Cultura que permita consensuar medidas para afrontar los nuevos retos de futuro

04 de junio de 2021 a las 13:50h

Barcelona necesita repensar tanto sus estrategias culturales como ciudad, como las relaciones con el entorno más cercano y más lejano, desde su conurbación metropolitana, hasta el resto de Europa o del mundo. En este sentido, en noviembre de 2019, en el marco de la Comisión de Derechos Sociales, Cultura y Deportes del Ayuntamiento, todos los grupos municipales acordaron –a propuesta de JxCat y ruego de ERC– trabajar juntos para establecer las bases de un Pacto por la Cultura de Barcelona, un acuerdo que propició el encargo por parte del Gobierno municipal de la elaboración de un diagnóstico detallado de la situación de los sectores culturales en la ciudad.

El estallido de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 en marzo de 2020, el confinamiento consecuente y las restricciones posteriores motivaron la redefinición del encargo para ajustarlo a las nuevas realidades y retos en el ámbito de las políticas culturales que debe afrontar la ciudad a partir de ahora a la hora de elaborar políticas públicas que tengan en cuenta los siguientes aspectos:

    • Ayudas para la supervivencia económica y el mantenimiento de la iniciativa privada (artistas, empresas y ciudadanía).
    • Promover buenas prácticas de contratación.
    • Mantener y profundizar en proximidad y gestión comunitaria.
    • Repensar y evaluar el sistema de apoyo.
    • Enfoque de derechos culturales, ampliar públicos y superar.
    • Transformar la gobernanza y la gestión.
    • Dar centralidad a la cultura en el proyecto.
    • Favorecer la internacionalización y la proyección.
    • Definir las prioridades en un proceso.
    • Reforzar el binomio cultura-educación.
    • Reforzar la interrelación entre ciencia, tecnología y Humanidades.

En este contexto pandémico, en julio de 2020 se aprobó el Pacto por Barcelona, gracias al trabajo de la Mesa de Cultura, Educación, Internacional, Ciencia y Deportes, presidida por la concejala de Esquerra Gemma Sendra y que reunía a las principales instituciones y entidades del país con el objetivo de identificar los retos culturales más importantes. Este compromiso definió diferentes líneas de trabajo en el ámbito de la cultura, con la ambición de ser la base de un Pacto Cultural futuro capaz de impulsar la necesaria transformación de la política cultural de Barcelona, desde el consenso con el conjunto de fuerzas políticas presentes en el consistorio. Una nueva política cultural La cultura ha sido siempre un componente que da sentido a la existencia humana, y en momentos como los actuales esto se manifiesta cada vez más de diversas maneras: en la necesidad de incorporar más claramente las prácticas artísticas en el sistema educativo, en la creciente importancia del conocimiento en las dinámicas de innovación, o en la conexión entre los avances científicos y la vida cultural en sus diversas manifestaciones. Cultura y educación, cultura y tecnología, cultura e innovación, cultura y ciencia, son hoy nuevos campos en los que profundizar desde la política cultural de Barcelona. Todo ello, sin menospreciar los sectores donde siempre ha destacado la ciudad, como son el mundo del libro, el ámbito musical, las artes escénicas, las artes visuales, el mundo de las artes de calle y el conjunto de industrias creativas, por señalar sólo algunas. La cultura como necesidad básica, como derecho fundamental La cultura se añade así a los grandes pilares del bienestar del siglo XX: salud y educación, como un componente fundamental de las necesidades básicas. Una cultura que relaciona identidad, aspiraciones, disfrute y conocimiento y que genera oportunidades, defiende libertades y es garantía de ascensor social y de equidad. Que da forma, por tanto, a los Derechos Culturales como base operativa para formular medidas y políticas de ciudad, tal y como ya se expresa en el Plan "Fem Cultura", aprobado por el Plenario del Ayuntamiento en abril de 2021. Una cultura, por otra parte, cada vez más presente en muchos de los sectores más dinámicos de la vida económica y social de una ciudad abierta al mundo y a los visitantes de todo tipo, y bien conectada a la red internacional de ciudades más dinámicas y creativas culturalmente hablando. La cultura, más allá de los límites territoriales de la ciudad y con una financiación ajustada a su proyección Barcelona tiene una gran densidad y un espacio territorial muy limitado. Cien kilómetros cuadrados y 1'6 millones de habitantes. Pero sus grandes instituciones culturales y la fuerte dinámica y actividad cultural sirven y se articulan en un espacio mucho mayor. Nos referimos no sólo al área metropolitana y sus 3'2 millones de habitantes, sino también a la región metropolitana (que reúne 5 millones) y, por extensión, al resto de Cataluña. Con una especial significación en el contexto de las realidades urbanas del sur de Europa, donde Barcelona también se sitúa como uno de los referentes clave de un espacio habitado por 14 millones de personas. Las políticas culturales de la ciudad, así como muchos de sus proyectos e iniciativas culturales, se extrapolan más allá de los límites municipales y deberían estar financiadas adecuadamente, incorporando, como en parte hace, recursos procedentes del Área Metropolitana, de la Diputación, de la Generalitat y del Estado, y al mismo tiempo, construir una política cultural conjunta, compartida e intermunicipal más intensa –como ya se hace, por ejemplo, en los casos de la Quincena Metropolitana de Danza, la Noche de los museos o ahora en el proyecto de Manifesta 2024. Disfrutar de la deseable fortaleza a la hora de proyectar e implementar políticas culturales a nivel local permitiría, además, desarrollar una política más activa, a nivel de intercambios y aprendizajes internacionales. En este sentido, si los grandes equipamientos culturales fueran financiados de manera equilibrada por el conjunto de administraciones mencionadas, esto permitiría reforzar el impulso de las dinámicas culturales de la ciudad más cercanas –es decir, a distritos, barrios, reforzando las dinámicas de hibridación cultural y educativa, etc.–, a la vez que permitiría mejorar y ampliar la oferta. Un pacto en construcción y diálogo A partir de estas consideraciones generales, el Pacto es un conjunto de líneas generales, sobre el que posteriormente avanzar y concretar acciones específicas y planes de mejora dentro del Horizonte 2030 en los siguientes espacios:

    • Culturas Populares, Interculturalidad
    • Artes Visuales, Museos, Arquitectura, Diseño
    • Media y comunicación
    • Artes (perfomartivas) escénicas, del cuerpo, de la música
    • Humanidades, escritura, literatura
    • Memoria, patrimonio, historia

A este primer listado, hay que añadir los vínculos cada vez más necesarios en ámbitos como educación, ciencia y tecnología, abriendo así el abanico de campos de desarrollo de la política cultural y sus lenguajes, interacciones e hibridaciones. Así como una necesaria reformulación de los instrumentos y políticas del Instituto de Cultura, del propio Consejo de la Cultura y de la puesta en marcha de nuevas fórmulas de colaboración público privada de apoyo a la vida cultural de la ciudad. Y una revisión en profundidad la financiación y la gobernanza de los equipamientos culturales, la internacionalización de la política cultural de la ciudad y el refuerzo necesario para mejorar las líneas de financiación entre el Estado, la Generalitat, la Diputación y la propia administración local. Finalmente, el órgano del Consejo de la Cultura velará por el desarrollo de las propuestas del Pacto y articulará calendarizará debates, grupos de trabajo y comisiones, en el horizonte de 2023 (más allá del calendario electoral municipal) y de 2030.

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