¿ACCEDER A LOS BÚNKERES SERÁ DE PAGO?

24 de diciembre de 2020 a las 14:52h

La cima de la "Montaña Pelada", base de cañones y refugios para combatir los embates de la aviación fascista durante la Guerra de España (1936-1939), y sede de una extensa comunidad de vecinos desplazados por la repentina modificación urbanística del año 1992, queda ya a merced de la voluntad política de la administración. De momento, el Distrito de Horta-Guinardó ya ha aprobado el cierre de su perímetro y la prohibición del libre acceso nocturno. La decisión pasará ahora a exposición pública y deberá ser ratificada de forma definitiva en el plenario del Consejo Municipal. El plan prevé la construcción de una valla de dos metros de altura, con seis accesos concretos y un anillo circundante bien definido que costará 671.565 euros. El consistorio justifica esta restricción por el aumento de la masificación de la zona. Una "turistificación", que ha aumentado de manera exponencial desde 2010, y que el mismo Ayuntamiento, no otro agente externo, se ha encargado de promocionar en los últimos años. Lo ha hecho modificando y adecuando el espacio museístico, compactando los accesos con sablón y, sobre todo, incorporando el lugar en un lugar preferente dentro de las guías y los recorridos turísticos de la ciudad. Rosa Alarcón, concejala del Distrito de Horta-Guinardó, asegura que la actuación es necesaria para frenar la proliferación de botellones y la degradación de algunos elementos del patrimonio histórico. El plan, aseguran los técnicos del distrito, se ha hecho de manera consensuada con los vecinos. Cuando se habla de vecinos, sin embargo, se hace siempre únicamente en referencia a las asociaciones que, de una manera u otra, dependen del Ayuntamiento. Se ha pretendido, a nivel oficial, desvincular la actuación actual de cualquier contexto más general. Pero no se puede analizar el asunto sin tener en consideración el concurso que ya está en marcha para la reforma del Gran Parque Urbano de los Tres Turones. La Modificación del Plan General Metropolitano de 2010 terminó de adecuar las condiciones legales necesarias para convertir 123 hectáreas de los cerros del Carmel, la Rovira y la Creueta del Coll en una gran "Zona Verde" para algunos, o en un gran "Parque temático" para otros. Ni más ni menos que 300 viviendas, más de 100 familias, quedan simplemente pendientes de expropiación. Fran Bernal, portavoz de la plataforma Salvemos los Tres Turones, recuerda que "la falta de control de la fauna, las plagas y el mantenimiento general del lugar ha durado años. Y se ha hecho con voluntad política para crear unas condiciones que justifiquen ahora una inminente intervención urbanística". El Ayuntamiento habla de verde y de recuperación ecológica. Lo cierto, sin embargo, es que se han talado árboles para proceder a las obras de compactado del camino de acceso, y que, en la última reunión con los vecinos afectados, de marzo de 2020, el mismo concejal de urbanismo admitía sin tapujos que, más allá de un mapa, no tiene ningún conocimiento concreto del territorio. Los alquileres de algunas viviendas, como es el caso de vecinos de Can Baró, han subido de manera exagerada en los últimos años, y han sufrido incrementos que van desde los 700 hasta los actuales 1.100 o 1.200 euros mensuales. Es el llamado proceso de "Gentrificación Verde", es decir, una presión exagerada a los habitantes con condiciones inalcanzables para poder echarlos y pasar a construir de nuevo. Fran Bernal denuncia que "es un momento muy delicado a nivel social y económico como para estar previendo este tipo de presiones y de inversiones que se harán, especialmente si consideramos la destrucción vecinal y social que estas reportarán". Las viviendas del Turó de la Rovira ocupan solo un 5% de la masa forestal del Parque. "No nos oponemos a un espacio verde, solo pedimos que se respeten las familias que hace décadas que viven allí". El cierre de la cima de este mirador privilegiado de la ciudad, de 267 metros de altura en medio del llano de Barcelona, reporta muchos paralelismos con lo que pasó, desde 2012, en la montaña vecina del Parque Güell. Se han seguido, al menos, cronológicamente, idénticos pasos: promoción turística, inversiones que no van para el mantenimiento, obras de remodelación que han destruido elementos del patrimonio cultural y cierre perimetral. El desenlace del primer caso ya lo sabemos: taquilla y pago. Nada invita a pensar ahora a los activistas vecinales que han dedicado tanto tiempo y esfuerzos que al Turó de la Rovira no le espere la misma suerte.

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C CIUTAT
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