Aumenta a 300€ el m2 el precio de la construcción en Andorra

ANA
14 de febrero de 2022 a las 10:29h
Ingenierías, estudios de arquitectura, empresas de construcción, importadores y distribuidores de materiales y, en general, todas aquellas compañías vinculadas al sector no dan abasto. El elevado número de promociones y proyectos inmobiliarios que hay en marcha en todo el país ha hecho que la construcción esté sobrepasada.

El excepcional volumen de proyectos que se están realizando a la vez, muchos de estos de dimensiones inéditas como las torres del Clot d'Emprivat, indican que el país no estaba preparado para hacer frente a un boom inmobiliario tan grande. Las consecuencias no han tardado en hacerse evidentes: falta de mano de obra, suministro insuficiente de materiales y costos en aumento. Una ecuación que como resultado comportará que la mayoría de los proyectos inmobiliarios no se acaben en los plazos previstos.

Desde la frontera del río Runer, con la construcción del nuevo centro comercial Epizen, hasta el otro extremo del país, en los valles del norte, donde se están construyendo una treintena de promociones inmobiliarias como la Querola proyectada por Jean Nouvel en Ordino, o el Aldosa Village del arquitecto Rafael de la Hoz en la parroquia de la Massana, el paisaje está lleno de grúas, andamios y maquinaria de construcción.

En todas las parroquias hay movimiento de camiones, es un no parar de descarga de materiales y carga de escombros. En el centro del país la actividad es donde quizás es más palpable, seguramente por los grandes proyectos que hay en marcha en la capital, como el White Angel en la avenida Tarragona, el futuro casino de Andorra en Prat de la Creu o el próximo centro comercial del Fener.

La alta demanda de obra nueva, ya sea para viviendas o para espacios comerciales, ha disparado el precio de construcción del metro cuadrado, según fuentes del sector, en 300 euros o incluso más. Quien está sufriendo las consecuencias de esta realidad son los mismos constructores, que ante la situación no pueden garantizar la finalización de las obras en los plazos pactados, aunque se trabaje en fines de semana y se doblen turnos. También sufre las consecuencias de la situación el ciudadano que quiere hacer alguna pequeña reforma en su casa y que ve como el precio de los trabajos que le presupuestan se ha prácticamente doblado en poco más de un año.