El torrente de Montaner estalla en la calle en contra del "Covid Pass"

25 de noviembre de 2021 a las 14:04h

El anuncio, que horas después se confirmaría en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros, de la obligatoriedad de llevar el pasaporte sanitario para acceder a la restauración y otras actividades de ocio ha sido la gota que ha colmado el vaso del colectivo contrario "a las vacunas experimentales", hasta ahora más activo a través de la efervescencia de las redes sociales. Ayer, sin embargo, a las nueve y cuarto, la exaltación la canalizaron más de un centenar de personas que salieron desacomplejadas a la calle para hacer sentir su voz, representada políticamente por la consejera no adscrita, Carine Montaner, que a pesar de desmarcarse de la organización de la movilización se dio un baño de masas entre cánticos de "¡presidenta, presidenta!".

"Apoyo a estas personas enfadadas que no quieren el pasaporte sanitario, que es discriminatorio. Ya sabemos que el virus se transmite aunque haya gente vacunada. Ahora la pregunta es: ¿protege de las formas graves? ¿En la UCI hay gente vacunada? El ministro Benazet es transparente para ciertas cosas y mantiene cierta opacidad para otras cosas", afirmó Montaner, que se situó en medio del círculo de protesta que se congregó ante el edificio administrativo del Gobierno. Además, la parlamentaria, que horas antes había difundido la convocatoria en las redes sociales, sostuvo haber recibido coacciones del ministro de Interior, Josep Maria Rossell, para retirar la publicación de internet, sin llegar a aclarar si la concentración contaba con los permisos correspondientes.

Amparándose en la libertad como "derecho fundamental" reconocido por la Constitución", Montaner denunció que por el hecho de no estar vacunada "hay gente que ha perdido el trabajo" o incluso "residentes pasivos y activos con alto poder adquisitivo" que han renunciado a instalarse en el país por sentirse discriminados. "El pasaporte sanitario es el pasaporte de la vergüenza", insistió Montaner, que también aseguró tener constancia de "mujeres y niños que ya tienen efectos secundarios graves y que ya no vivirán nunca más como siempre" a consecuencia de las vacunas. De hecho, la consejera fue cogiendo impulso a medida que era ensalzada por sus adeptos para acabar reclamando la dimisión de Benazet "por decir tantas mentiras" y también la del director del SAAS, Josep Maria Piqué.

Los manifestantes, sin preservar la distancia de seguridad y mayoritariamente sin mascarilla, verbalizaron a gritos de "¡no a la dictadura sanitaria!" o "¡no al pase sanitario!" la exasperación contra la gestión de la pandemia por parte del Gobierno y, en un segundo término, contra la "manipulación" de los medios de comunicación. La diana de los reproches y, por qué no decirlo, también de las injurias, fue personificada por el titular de Salud, que aparte de ser legítimamente criticado fue comparado con el dictador austríaco Adolf Hitler. Mediante unas cartulinas impresas a DIN A4, uno de los asistentes se encargó de repartir fotocopias de un casero fotomontaje en el cual aparecía Benazet con inequívocas reseñas como el bigote o el peinado del Führer, acompañado también del lema No queremos ministros totalitarios. Estos folletos se esparcieron rápidamente entre una decena de manifestantes que, visto lo sucedido, no tuvieron objeciones a exhibirlas como tampoco el resto de participantes hicieron intentos para desvincularse o para disolver la tesis desplegada. La concentración, que reunió a gente de todas las edades, vivió un momentáneo instante de tensión cuando algunos de los manifestantes ocuparon la calle Prat de la Creu con la voluntad de cortar el tráfico, circunstancia que obligó a los agentes de circulación a intervenir en una vía donde durante más de una hora resonaron cláxones de conductores simpatizantes con la protesta.

Los testimonios Uno de los pocos ciudadanos presentes que se prestó a ser interrogado por este medio fue Alexandre Vázquez, que lamentó "que nos pongan a todos en el mismo saco de los negacionistas". "Mis hijos y yo tenemos puestas todas las vacunas, pero las de verdad, las que te tienes que poner una sola vez y no te las tienes que volver a poner continuamente. Esto es una segunda oleada de lo que fue la gripe A, que fue una falsedad para lucrar a las farmacéuticas y los gobernantes y esto es lo que están haciendo ahora", sentenció Vázquez, crítico con Benazet "por actuar con miedo y copiar lo que está haciendo Cataluña sin criterio propio". Por su parte, Afra Secall explicó que a pesar de no haber pasado la Covid no tiene intención de recibir una dosis "de una vacuna experimental". "No confío en ella. La vacuna no está sirviendo para nada porque la gente se está contagiando igualmente", expresó Secall, que denunció la "pérdida de derechos" con la obligación de acreditar el pasaporte sanitario para acceder a la restauración, algo que ya le impidió ir a comer hace unos días a un local del Pas de la Casa. "Estamos hartos de la falsa moral de la Iglesia, de los políticos y de la economía para que te impongan poner un veneno en el cuerpo", espetó Patxi Gómez, contundente en sus palabras con la gestión sanitaria de Benazet. "Carine al menos da la cara dentro de toda la corriente de políticos que están todos comprados. ¿Cómo puede ser que solo haya un discurso? Yo tengo una carrera de ciencias ambientales y mi criterio es que la vacuna no es segura", concluyó.