Andorra presenta un nuevo protocolo de actuación para los puntos lilas

12 de julio de 2023 a las 21:10h

“Las fiestas mayores son de todos y todas somos libres de poder disfrutarlas con respeto y tolerancia”. La secretaria de Estado de Igualdad y Participación Ciudadana, Mariona Cadena, ha presentado hoy el protocolo de actuación para los puntos lilas de las fiestas mayores, una guía sencilla y ágil que tiene el objetivo de ofrecer consejos y recomendaciones a las personas que no son profesionales del ámbito social o de la igualdad y que asisten en estos puntos. Los puntos lilas son espacios de referencia en las fiestas que tienen el cometido de informar, sensibilizar y atender a las personas que sufren violencias sexistas y de género.

Cadena ha explicado que con el inicio de la temporada de verano algunos municipios han anunciado que pondrán en marcha puntos lilas en sus fiestas mayores parroquiales y multitudinarias. “Agradecemos la implicación de los municipios para que los puntos lilas sean una realidad para todas las personas que vivan una situación de violencia o discriminación”, ha afirmado la secretaria de Estado, que ha señalado que las corporaciones pueden delegar esta tarea tanto a equipos profesionalizados como a comisiones de fiestas o personas voluntarias.

Un cometido que Cadena ha reconocido, aunque ha apuntado que la falta formación específica puede causar que las personas no profesionales que atienden a los puntos lilas puedan causar posibles revictimizaciones de manera involuntaria. Es decir, que las víctimas que acuden a los puntos lilas puedan sentir, por ejemplo, que se cuestiona su situación o que son culpabilizadas.

“Es en este último contexto que vimos la necesidad de elaborar un protocolo de actuación”, ha destacado Mariona Cadena, que ha informado que el documento se ha validado con bomberos, policía y SAAS y se ha hecho llegar a los municipios para que lo puedan aplicar si es necesario. Además, ha añadido, en los últimos días la Cruz Roja Andorrana ha llevado a cabo formaciones a su personal en base a este protocolo. El texto se añade al protocolo de actuación aplicable en caso de sospecha de pinchazos en los espacios de ocio que buscarían provocar la sumisión química de la víctima, y que se aprobó en agosto del año pasado.

Protocolo: activación de la policía, SUM o SAVVG

Entrando al detalle, la secretaria de Estado de Igualdad y Participación Ciudadana ha destacado que el protocolo está dividido en mayores de edad y menores de edad.

En el primer caso, se establece que si una persona se dirige al punto lila verbalizando una situación de violencia lo primero que hay que hacer es escucharla y evaluar la situación de riesgo. De este modo, las personas que estén en el punto lila deberán llamar al teléfono 110 y activar a la policía si se trata de una situación de riesgo elevado; como por ejemplo cuando el agresor todavía está presente o continúa agrediendo, atemorizando o acosando, cuando ha habido amenazas graves, uso de armas o si se duda de dónde está el agresor. En caso de urgencias médicas o si se detectan o manifiestan lesiones físicas o psíquicas –así como si se ha producido una agresión física o sexual– el punto lila deberá llamar al teléfono 116 y activar el Servicio de Urgencias Médicas (SUM), que proporcionará atención sanitaria a la víctima.

Tanto la policía como el SUM pueden informarse mutuamente si lo consideran oportuno para reforzar la atención y contar con el apoyo de todos los efectivos, y, además, ambos servicios pueden llamar al teléfono 181 y trasladar el caso a un profesional del Servicio de Atención a las Víctimas de Violencia de Género (SAVVG) del Gobierno, activo las 24 horas del día los 365 días del año. Este último profesional explorará la situación de riesgo, informado a la víctima de los recursos disponibles, y podrá derivar el caso al SAVVG si lo considera necesario.

Por otra parte, el protocolo contempla que las víctimas puedan ser menores de edad y determina que los puntos lilas deberán llamar al SUM cuando se detecten o manifiesten agresiones físicas o sexuales. El SUM se ocupará de ofrecer la atención médica pertinente y de avisar a los tutores legales del niño o adolescente afectado, así como de activar el Cuerpo de Policía y los protocolos de Asuntos Sociales que correspondan. En los casos en que se haya verbalizado o detectado violencia pero no hay una agresión física ni sexual, hay que activar la policía, que gestionará el aviso a los tutores legales y los protocolos correspondientes en los ámbitos médico y social.

Pautas generales a la hora de acompañar a la víctima

Mariona Cadena ha puesto de relieve que, especialmente mientras no lleguen los equipos especializados, las personas presentes en los puntos lilas deben tener presentes algunas pautas a la hora de acompañar a la víctima. A modo de ejemplo se destaca la importancia de informarla de los servicios que se activarán y no dejarla sola hasta ser atendida por los equipos correspondientes; hacer una escucha activa sin interrumpirla; evitar juzgarla; o hacerle sentir que no está sola y que no es culpa suya.

También hay que evitar determinadas actitudes o comportamientos que pueden ocasionar una revictimización; como ahora infravalorar la percepción del riesgo, culpabilizar a la víctima por la violencia o recriminar su conducta, hacer juicios sobre la persona o el contenido del relato, o racionalizar, justificar o minimizar la violencia.

En este sentido, en el protocolo se recuerda que la violencia de género puede adoptar diversas formas e intensidades, así que en ocasiones puede pasar desapercibida o quedar normalizada bajo la idea de 'conflicto de pareja'. Se resalta también que la violencia de género puede ser ejercida tanto por la pareja o ex-pareja como por parte de personas del entorno, personas con quien se haya tenido un contacto puntual o personas desconocidas. Además, el texto enfatiza que no todos los agresores resultan personas violentas de forma generalizada, sino que a menudo puede pasar lo contrario: que se muestren muy agradables, cercanos o adaptados al entorno. Finalmente, se subraya que el consumo de sustancias estupefacientes o de alcohol no es la causa de la violencia y no puede constituirse como un elemento que quite responsabilidad al agresor o que culpabilice a la víctima.

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