A pesar de su virulencia y excepcionalidad, el temporal Glòria puso sobre la mesa que se necesitan medidas urgentes si se quiere preservar el delta del Ebro en un contexto de cambios acelerados en el medio debido a la dinámica climática. Esta es una de las principales conclusiones del artículo Los efectos del temporal Glòria: una muestra de la necesidad de actuación urgente en el delta del Ebro, de Jordi Blay y Aitor Àvila, investigadores del departamento de Geografía de la Universidad Rovira i Virgili, publicado en el número 89 de Treballs de la Societat Catalana de Geografia, que edita la Societat Catalana de Geografía, un número monográfico dedicado al temporal Glòria y a su impacto en el conjunto de Cataluña.
En el caso del delta del Ebro, los principales estragos del temporal que azotó duramente el litoral mediterráneo de la península Ibérica entre el 19 y el 23 de enero de este 2020, fueron provocados por el temporal marítimo. Así, la costa del delta fue una de las zonas donde se registraron las olas más altas (una media de 7,6 metros de altura durante 30 minutos con una altura máxima de 12 metros). La acción de las olas más los vientos contribuyeron a generar corrientes con medias horarias superiores a los 0,8 metros por segundo y hubo una sobre-elevación del nivel del mar de entre 50 y 70 centímetros. El resultado fue la inundación de 2.600 hectáreas de arrozales, retroceso de 25 metros de la costa en algunos puntos del Delta, la espectacular rotura del Brazo del Trabucador, calles inundadas en Deltebre y l'Ampolla, y entrada de agua marina en lagunas y balsas, entre muchas otras afectaciones.
Aportaciones de sedimentos por el río
A la hora de analizar las causas que explican los estragos devastadores del temporal Glòria en el litoral del Delta, Blay y Àvila alertan de que la problemática de esta importante zona húmeda arranca de lejos. "Se empieza a detectar, hace más de cincuenta años, poco después de que se redujera de forma drástica la aportación de sedimentos, como consecuencia de la construcción de los grandes embalses de la cuenca del Ebro", señalan los investigadores precisando que decenios después de la identificación del problema y muchos estudios y proyectos todavía no se ha solucionado la aportación de sedimentos y las acciones sobre el litoral, aunque se han realizado, "han sido posiblemente demasiado discontinuas en el espacio y en el tiempo para proporcionar una defensa suficiente del litoral frente a temporales de la categoría del Gloria".
En este sentido, los autores del artículo señalan como opción "urgente" y "básica", si se quiere un delta vivo, "la aportación de sedimentos por el río", para contrarrestar la erosión del mar. El artículo también hace énfasis en la dificultad para controlar la dinámica marina y señala como válida la opción de aceptar el retroceso en determinados espacios humanizados y su retorno a las condiciones naturales, a pesar del choque con determinados intereses privados.
Los autores también repasan los principales estudios, planes y proyectos que a lo largo de los últimos cincuenta años se han planteado para buscar soluciones a la regresión y hundimiento de la llanura deltaica, desde el "Proyecto general de saneamiento del Delta del Ebro", que proponía la construcción de un dique perimetral de 2,40 metros de altura y 9,50 de anchura en todo el delta y un ambicioso proyecto de desecación de tierras y construcción de drenajes para convertirlo en una zona de regadío de huerta y frutales, hasta las últimas propuestas surgidas de la Mesa de Consenso del Delta que marcan un calendario de prioridades y abogan por soluciones más blandas como los movimientos de arenas, sin renunciar a la recuperación de los sedimentos retenidos en los pantanos.
Se necesita información sistematizada y accesible sobre los temporales
El monográfico de la Sociedad Catalana de Geografía también recoge artículos sobre los efectos del temporal Glòria en otros puntos de Cataluña, tanto en el litoral como en las cuencas hidrográficas del Ter y de la Tordera. Así como también sitúa el temporal en el contexto histórico desde la Edad Media hasta la actualidad para dejar constancia de que históricamente el otoño no ha sido la única estación en recoger los principales casos de lluvias extraordinarias.
Entre las principales conclusiones que apunta, está la de falta de información sistematizada y accesible sobre medidas de gestión y funcionamiento en caso de episodios de temporales, y sobre los cálculos de los daños económicos. Y concluye que en planificaciones futuras hay que trabajar en opciones que modifiquen las dinámicas sociales y económicas en relación a la ocupación y transformación de espacios inundables en lugar de intentar cambiar las dinámicas naturales.