"En el mercado encontrabas de todo. Era vida, pero ahora se está muriendo". Elena Venturós es una de las dos paradistas que quedan en el Mercado Municipal de Berga. Tiene capacidad para 103 paradas y, aunque nunca ha estado lleno, había llegado a tener unas cincuenta abiertas. Situado en medio del barrio viejo, la pérdida de vecinos, sumado a la apertura de grandes superficies comerciales ha llevado el mercado a una situación "de decadencia" que, según el concejal de Urbanismo, Aleix Serra, no tiene punto de retorno. "Por más renovaciones que se hagan, no nos imaginamos que vuelva a ser un lugar con mucha actividad comercial", lamenta. De aquí a cuatro años caducan las licencias de los paradistas que quedan y el Ayuntamiento trabaja para dar nuevos usos al equipamiento.
Habían llegado a tener portero y servicio de limpieza, pero ahora las dos únicas paradistas que quedan en el mercado se tienen que hacer cargo de todo. Son las que tienen que abrir y cerrar las instalaciones cada día, y las que tienen que limpiar los domingos "para que la gente quiera seguir comprando". Elena Venturós, responsable de la parada Casa Madriles, lamenta que "ningún equipo de gobierno ha hecho nada para seguir manteniendo vivo el mercado" y critica que les han dejado "de la mano de Dios".Las responsables de Casa Madriles y La Valenciana -las dos únicas paradas que siguen abiertas- se consideran "la resistencia" y aseguran que pueden seguir levantando la persiana porque, de momento, se ganan la vida. "Hace muchos años que estamos en el sector y tenemos un nombre. La gente nos conoce y prefiere venir a comprar aquí", explica Venturós.
Sin embargo, son conscientes de que es "duro" ir a trabajar cada día a un equipamiento que tiene capacidad para 103 paradas y solo tiene dos abiertas: "Es bastante tétrico y triste".

"Es una lástima que se pierda porque se pierde el comercio pequeño y ahora todo se va a las grandes áreas comerciales", lamenta Anna Maria Capdevila, la responsable de la parada de fruta La Valenciana. Las licencias de las dos paradas que quedan se terminan dentro de cuatro años, y temen que el Ayuntamiento no se las renueve.
De hecho, tal como está ahora, ni la instalación eléctrica ni las medidas contra incendios cumplen la normativa y, por eso, el Ayuntamiento no puede dar licencias nuevas.
Sin embargo, el concejal de Urbanismo, Aleix Serra, defiende que el Ayuntamiento no tiene ninguna intención de echarlas fuera. "Son las que han hecho resistir el mercado y lo que no pretende el Ayuntamiento es expulsarlas. Si se quieren quedar, tendremos que encontrar la solución, sea aquí o no, quizás se tendrán que reubicar en otra zona del equipamiento, pero no queremos echar a nadie, ni mucho menos a las paradas que han aguantado y que han mantenido viva la actividad en el mercado", subraya.Una actividad que muchos clientes echan de menos. Es el caso de Maria Àngels Fornell, que sigue yendo al mercado semana tras semana. "Es muy triste ver el mercado así, da mucha pena". También es el caso de Joan Bernat. Su mujer había tenido parada en el mercado cuando, recuerda, "aquí había de todo lo que os podáis imaginar: venta de periódicos, zapatos, carne, cuatro pollerías... técnicamente, era el supermercado de Berga cuando en la ciudad no había ninguno", asegura.
Nuevos usos en el mercado
El Ayuntamiento defiende el modelo de mercado tradicional, y asegura que trabajará para que se pueda mantener. Sin embargo, el concejal de Urbanismo pone sobre la mesa el hecho de que se trata de un equipamiento muy grande y que puede acoger otros usos: desde oficinas, hasta salas de actividad o ocio. "Tenemos sobre la mesa diferentes propuestas, también por parte de los grupos de la oposición y tenemos que ver cómo se puede financiar y también cómo se puede mantener. No podemos echar las campanas al vuelo, montar infraestructuras y que después no lo mantenga nadie", avisa.
El concejal explica que se han marcado el objetivo de definir cómo debe ser el proyecto durante esta legislatura y asegura que lo harán "de acuerdo con las paradas" que aún están abiertas.

"Volver a darle vida"
Desde la Unió de Botiguers i Comerciants de Berga, su presidenta, Sandra Subirana, ve difícil que el mercado pueda volver a ser lo que era. Por eso, la UBIC propone "darle una nueva vida" y cree que se podría convertir en un equipamiento "cultural, social o de ferias".
"Nuestra idea es reinventarlo y transformarlo en una pieza para los vecinos, que sea una pieza más del proyecto de rehabilitación del barrio", subraya.