Después de un largo debate que monopolizó la mayor parte del primer Pleno del año en el Ayuntamiento de Solsona, la alcaldesa, Judit Gisbert, decidió ayer retirar la votación de la modificación de la Ordenanza de convivencia ciudadana. Lo hizo después de escuchar las intervenciones de los grupos de la oposición, que cargaron contra buena parte de la normativa y reclamaron más participación política y ciudadana en su redacción. Gisbert se comprometió a trabajarla más a fondo con el resto de formaciones.
La concejala de Gobernación, Isabel Roca, defendió la necesidad de dotar a Solsona de una nueva ordenanza de convivencia ciudadana, en tanto que la anterior, de 2004, ha quedado obsoleta y no da respuesta a situaciones que son fruto de la transformación social de los últimos años. Roca, que al comienzo del mandato trabajó en esta norma como comisionada, explicó que los trabajos se detuvieron por la pandemia y que, posteriormente, se convocaron tres reuniones con el resto de grupos municipales para recoger sus propuestas. Asimismo, durante un mes la ciudadanía ha podido hacer aportaciones, algunas de las cuales han sido incorporadas en el texto.
Este procedimiento, sin embargo, no satisface a Junts per Solsona, ApS-CUP ni al PSC. Todos ellos echan de menos un proceso participativo con los agentes sociales, como por ejemplo asociaciones de vecinos, y “un debate tranquilo y crítico”. En cuanto al contenido, Marc Barbens, de JxS, opina que el texto presenta varias incoherencias y calificó la ordenanza de “refrito de preceptos legales”. La concejala del mismo grupo Isabel Pérez comentó varias observaciones decarácter jurídico y señaló que hay conductas que no deberían regularse, en tanto que ya tienen su propia legislación y no son de competencia municipal, como la que hace referencia a las drogas y las armas.
Coincidió con ella la portavoz de la CUP, Pilar Viladrich, que destacó el carácter “extra regulador” de la ordenanza. Expuso una extensa batería de modificaciones que su grupo introduciría en el articulado, que considera excesivamente largo y pesado. A su parecer, además, la ordenanza es demasiado punitiva (con un centenar de conductas infractoras) y tiene un enfoque “muy adultocéntrico” –lamenta que no se garantice el derecho de los niños a jugar al aire libre, a modo de ejemplo. La CUP también se refirió a un “exceso de celo” en varios artículos, como el de la regulación de la pirotecnia, que en la redacción actual limita su uso para San Juan y San Pedro en un determinado horario. El concejal socialista, Mohamed El Mamoun, se alineó con el resto de grupos de la oposición y opinó que la ordenanza no se había trabajado lo suficiente, “ni con transparencia, ni con todas las partes implicadas”. Alega que se debería haber elaborado y aprobado en la primera mitad del mandato, “y no ahora, con prisas”. Con esta acogida de la ordenanza en el seno del Pleno, la alcaldesa se mostró sorprendida de que no se hubieran hecho todas las aportaciones en las reuniones previas.
En cualquier caso, Judit Gisbert decidió aplazar la votación de este punto para otra sesión y emplazar a todas las formaciones a madurar conjuntamente el texto con el fin de buscar el consenso.