Lobos (Argentina). El primo de Guadalupe Ezeiza, Ramón Oliveira, de 22 años, se la llevó para pasar con él una tarde de domingo.
“Le teníamos confianza porque lo criamos nosotros. Es mi sobrino, el hijo de mi hermana. Nunca me pasó por la cabeza que él sería capaz de hacer una cosa así”, relató Severiana, la madre de la pequeña.

COMIENZA LA PESADILLA
Cuando los padres de la niña veían que tardaba mucho en volver a casa, empezaron a enviar mensajes al móvil del primo sin recibir ninguna respuesta. La madre, preocupada, llamó a la policía que inmediatamente empezaron a buscar a la niña. Los agentes, que notaron un persistente olor a quemado, forzaron la puerta del domicilio del primo y se encontraron un espectáculo dantesco.
Guadalupe yacía muerta contra la pared y sobre unas brasas. Su cuerpo también presentaba fuertes traumatismos craneales y varios hematomas en la cara.
LA FISCALÍA EXPLICA LOS HECHOS
La hipótesis que baraja la fiscalía, es que Guadalupe, una niña pequeña de, con apenas, 30 kilos, intentó defenderse de una agresión sexual y Oliveira, después, quiso destruir toda prueba que lo pudiera incriminar.

Después de intentar abusar sexualmente de la menor, Oliveira cogió brasas calientes, las llevó a una esquina del apartamento y cuando hubo fuego suficiente colocó a la víctima, inconsciente por los golpes, pero aún viva, sobre las llamas.
Parece que Oliveira quería calcinarle los genitales para eliminar las pruebas de su intento de violación. Cuando tuvo a la pequeña encima de las brasas, abandonó el apartamento, cerrando con llave.
OLIVEIRA PENDIENTE DE JUICIO
El despiadado asesino está en prisión preventiva a la espera de juicio. La causa contra él se celebrará en el tribunal nº3 de La Plata, con una imputación de abuso sexual seguido de muerte y homicidio con alevosía.
A pesar de que las pruebas contra Oliveira son abrumadoras, la autopsia no pudo determinar que se hubiera consumado la violación, ya que las quemaduras que la niña sufrió en la zona genital, las mismas que le causaron la muerte, borraron las pruebas en este sentido.

Severiana, la madre de Guadalupe, aseguró: “Nunca me hubiera esperado esto de mi sobrino. Criamos un monstruo”.