Un investigador de la UdL señala que la administración local ha potenciado el estigma del barrio de la Mariola de Lleida

08 de junio de 2017 a las 12:33h

La administración local ha potenciado el estigma que sufre el barrio de la Mariola de Lleida, según argumenta un investigador de la Universitat de Lleida (UdL), Juan Manuel Solís, en un libro que retrata la zona desde dentro y desde fuera. Según el investigador, los gobiernos municipales han fomentado la estigmatización a través sobre todo del urbanismo, con la falta de equipamientos de ciudad y de monumentos, falta de apoyo a empresas y comercios, la concentración de vivienda pública y los desplazamientos y realojamientos. El libro 'La Mariona desde dentro y desde fuera. Efectos internos del estigma territorial', publicado por la UdL en la colección Espai/Temps, se presenta este jueves por la tarde en la Facultad de Letras.

Según informa la UdL en un comunicado, el libro, fruto de una tesina de máster presentada en 2014, analiza las consecuencias internas y externas de la estigmatización del barrio, haciendo un repaso a su historia a partir de la voz de sus habitantes, al papel de la administración en la fijación de este estigma, y de qué manera la violencia sufrida, sea estructural, simbólica e institucional, ha provocado la falta de organización y de resistencia en el barrio.

Estructurado en dos partes, una teórica y metodológica, y otra etnográfica, el estudio pone de manifiesto que La Mariola es actualmente una zona de control social de la pobreza y de esta manera lo ven sus habitantes. Esto se debe en buena parte a la ineficacia de las instituciones y al trato desigual recibido en comparación con otros barrios de la ciudad.

A todo esto se le suman los prejuicios de los leridanos sobre un barrio donde no existe, afirma el autor, una gran actividad criminal ni exagerada venta pública de drogas. Unos prejuicios que también tienen los trabajadores sociales respecto a los habitantes del barrio, los cuales sufren esta doble discriminación: la de las instituciones, organizaciones y empresas, que se traduce en los accesos al mercado laboral y las viviendas, y la que se produce desde fuera e incluso dentro del mismo barrio entre diferentes sectores.

La obra termina con una serie de propuestas para recuperar La Mariola, no sólo para sus habitantes sino para toda la ciudad de Lleida. Así, el autor aboga por reducir la continua presencia policial en el barrio; por medidas de inserción laboral, la implantación de una renta básica ciudadana que aleje a jóvenes, mujeres y parados del trabajo informal o ilegal; la creación de comercios y empresas en el barrio con interés para el resto de ciudadanos; así como recuperar las actividades y fiestas populares en la calle, que inviten a los leridanos a visitarlo.

Pero sobre todo, actuar contra el problema más importante de La Mariola, la vivienda. En este sentido Solís propone la cesión de viviendas vacías en posesión de la administración y las entidades bancarias a la ciudadanía, la agilización de los procesos burocráticos, y la creación de cooperativas de vivienda gestionadas por los vecinos que den soluciones a la falta de viviendas y a la rehabilitación de los mismos.

Se trata de que el Ayuntamiento y el resto de organizaciones creen una ciudad policéntrica que invite a los leridanos a pasear por todos sus barrios porque todos ellos son dignos y que las actuaciones que hagan las administraciones vayan más allá de los Planes de barrios porque estos suelen estar llenos de acciones semi-vacías de contenido que no tienen continuidad en el tiempo, concluye.