El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a prisión por falsedad al ex sacerdote David Vargas, por falsificar los papeles de una boda, para que una feligresa del Bages pudiera cobrar la herencia de un hombre ya fallecido.
El hombre muerto y la mujer habían sido pareja durante muchos años, pero como no habían formalizado su relación, la herencia del hombre iba a parar a sus sobrinos, herencia que constaba del piso donde residía la pareja y la parte de otro inmueble, todo ello valorado en medio millón de euros.

El supremo considera que el sacerdote falsificó la boda para hacer ver que se casaron antes de que el hombre falleciera, aportando, incluso, falsos testimonios. Esto ocurrió en 2008, en Sant Vicenç de Castellet (Bages) cuando Vargas aún no había sido expulsado del sacerdocio.
La mujer tramó, al cabo de unos meses de la muerte de su pareja, junto con Vargas, una falsa boda donde el sacerdote puso la firma en lugar del difunto. La hija de la mujer, que también ha sido condenada, hizo los trámites en el registro civil, y la mujer consiguió la herencia.
Ahora el Supremo considera probado que no hubo boda y que, por lo tanto, la herencia correspondía a los sobrinos, por lo que hace responsable civil subsidiario al Obispado de Vic, que deberá abonar a los sobrinos una indemnización de 203.900 euros.
UN VIEJO CONOCIDO DE LA JUSTICIA
David Vargas fue excomulgado a los 45 años, en 2013, después de estafar al menos a una docena de ancianas en las parroquias donde ejercía como sacerdote. Intentó huir a Brasil, pero fue capturado y encarcelado por los Mossos d'Esquadra.
Cuando los Mossos lo detuvieron encontraron en su poder numerosas obras de arte, joyas, objetos religiosos y más de 3 millones de euros en efectivo fruto de sus malas artes con feligresas de edad avanzada y del expolio que practicaba en las parroquias.

El sacerdote convencía a las abuelas para que ingresaran en una residencia, pusieran la vivienda a su nombre y le dieran poderes bancarios. Según un agente de los Mossos, muchas veces les pedían que hicieran testamento y se lo cedieran todo a él. También prometía a las ancianas que las cuidaría hasta la muerte y que eran 'como una segunda madre' para él.