Tarragona inicia un programa que trata a los adolescentes adictos a las drogas
26 de junio de 2018 a las 07:49h
El Centro de Atención y Seguimiento (CAS) de las drogodependencias de Tarragona ha puesto en marcha un programa dirigido a los adolescentes, de entre 12 y 23 años, con adicciones a sustancias. El proyecto, que comenzó hace unos dos meses, ya atiende once casos, por el momento. La mayoría son por consumo de cannabis y cocaína, aunque también hay de éxtasis o anfetamina. El programa trata a los jóvenes como usuarios preferentes. "Son más vulnerables y pensamos que podemos atraparlos a tiempo y evitar que las cosas vayan a peor", ha explicado a la ACN Carme Casas, una de las psicólogas del CAS, quien señala que es clave realizar una buena intervención cuando están "al principio de su posible carrera adictiva". El programa busca cambiar la relación del adolescente con las drogas para intentar que deje el consumo, aunque el primer paso es la toma de conciencia de los problemas asociados a las sustancias. El CAS de Tarragona atiende usuarios del Tarragonès, Alt Camp y Baix Penedès. La mayoría de los jóvenes llegan al CAS derivados por el médico de cabecera, urgencias o psiquiatría, aunque también hay otros que llegan llevados por los padres o por centros tutelados. Entre los 11 casos atendidos en el periodo de un mes, tres jóvenes son menores de 18 años, cuatro tienen entre 18 y 22 años y cuatro son mayores de 22 años. Según las psicólogas, cuando un joven llega con un problema de consumo de sustancias, esa droga no es el único factor problemático que tiene alrededor: "puede ser en un ámbito familiar o el entorno, pero no hay un consumo y ya está, siempre está ligado a algún factor de riesgo más", señalan. En cuanto a las sustancias, los jóvenes que se tratan en el CAS no suelen consumir solo una, sino que hay una mezcla de sustancias, encabezadas por el cannabis y sumadas a otras, legales y más accesibles, como el alcohol y el tabaco. "Siempre hay una sustancia que les trae más problemas y a la que sienten que están más enganchados y que ven que les tiene atrapados", explica Casas. Áreas de impacto Aunque no se ha detectado que se haya adelantado la edad de consumo de sustancias -se mantiene estable entre los 11 y 12 en lo que respecta al alcohol y el tabaco, y los 13 para el consumo de marihuana- sí se ha detectado más accesibilidad al cannabis. Esta sustancia se ha popularizado mucho y los jóvenes tienen la percepción de que no es una droga ilegal, como podría ser la heroína. Además, se suma el componente socializador de esta sustancia: "es un rasgo más del grupo, de pertenencia, y está arraigado con el sentimiento de grupo, junto con la forma de vestir o lo que hacen", apunta Vivas, quien señala que suelen consumir en grupo y casi nunca de manera individual, a estas edades. Según las psicólogas del programa, el alcohol y el tabaco, junto con el cannabis, dan el paso a otras drogas: "se acercan a las personas que las venden, a los lugares donde se consume, y el joven, que es curioso, no tiene percepción de riesgo y prueba cosas". Normalmente, la primera vez se produce en un contexto de fiesta, en fin de semana, y cuando ya ha bebido mucho alcohol y no controla tanto las decisiones. "Si lo prueban y no les sienta bien, es un revulsivo; pero si lo prueban y se lo han pasado muy bien... ya está", concluye Casas. En los adolescentes, no se centran en el patrón de consumo, ya que este es muy incipiente. En cambio, la atención se centra en las áreas en las que ha repercutido, como la escuela, la familia o el trabajo. "No por consumir cada día tiene que ser peor", explican, "hay que explorar la gravedad del impacto que tiene en su vida". Además, remarcan que, en gente muy joven, cualquier consumo, aunque sea solo de fin de semana, ya es de riesgo. La alianza con el adolescente, clave La línea iniciada por el CAS en Tarragona sigue las recomendaciones del plan director de salud mental y adicciones, que contempla como objetivo establecer alianzas estratégicas y distribución de flujos en el propio territorio para hacer un abordaje asistencial de las sustancias psicoactivas y trastornos mentales asociados a los que el menor presenta o puede llegar a presentar. Con este programa, se busca optimizar el proceso y anticiparse para evitar que la situación vaya a peor. El trato de prioridad lo reciben también las gestantes y aquellos consumidores que entran por el programa de mantenimiento de metadona. "Todos los casos son complicados, pero la adolescencia lo es más: se encuentran en un momento vital y la familia se resiente", explica Casas. El tratamiento en adolescentes se centra en el trabajo de los psicólogos, aunque hay otros médicos disponibles para atender en caso de que el joven venga del servicio de urgencias con una medicación concreta, o que necesite una desintoxicación. La estrategia a seguir pasa por lo que los expertos llaman la alianza: "hacer que el paciente vuelva a venir, que confíe y la consulta sea un espacio de seguridad". Hay situaciones en las que conseguir esta entendimiento es más difícil porque hay jóvenes que han sido atendidos previamente en otros servicios y hay cierto "cansancio", según las psicólogas. "Tienes que intentar ir a su ritmo", comenta la psicóloga Noemí Vivas, quien afirma que el rodaje con los jóvenes es más lento que con los adultos. Entre los jóvenes atendidos, hay algunos que se incorporan al programa forzados por los padres, que "los llevan de la oreja, enfadadísimos", y esto puede complicar la manera en que el paciente sigue el tratamiento. "A veces dicen que si entra el padre no entran ellos, entonces hacemos turnos", detalla Vivas. Con todo, Casas afirma que hay adultos que también vienen obligados, muchas veces por la pareja. Incluir el entorno familiar es una de las piezas que hay que encajar para avanzar, como en otra medida lo es también el entorno de amigos, un colectivo que a estas alturas no se incluye en el tratamiento pero sí se tiene en cuenta en tareas de prevención, realizadas sobre todo en centros escolares. Cuatro años para alejarse de las drogas El CAS hace una buena valoración de las personas que han atendido a lo largo de los años, aunque esto no significa que todos hayan dejado el consumo de drogas de lado. "Solo significa que esa persona ha aumentado la conciencia que tenía y han podido comenzar a funcionar de otra manera", afirma Casas. El proceso de alejarse de las sustancias es largo, con una media de cuatro años. En el centro, una parte de las personas tratadas han vuelto más tarde: "vienen a dejar alguna sustancia, como la cocaína, y al cabo de unos años vuelven para dejar el tabaco o el cannabis", detalla Vivas. El centro El CAS de Drogodependencias de Tarragona, integrado en la Red de Atención a las Drogodependencias de Cataluña, tiene más de 30 años de trayectoria profesional. Ofrece tratamiento ambulatorio especializado a las personas con trastornos por uso de sustancias psicoactivas desde un enfoque biopsicosocial y a su familia. El conocimiento del servicio del CAS por parte de la ciudadanía afloró con el programa de sanciones, una alternativa a la multa para los menores de edad denunciados por una infracción relacionada con el consumo o tenencia de drogas ilegales. El equipo del CAS lamenta que haya dejado de estar vigente entre los más jóvenes, ya que el programa permitía acercar al adolescente a un centro médico y, posteriormente, poder regresar para intentar dejar las sustancias definitivamente. "Hay quienes habían venido hace dos años por sanciones y que después de dos años volvían porque querían dejarlo, bien porque habían comenzado a trabajar o porque se habían sacado el carnet de conducir y no querían tener problemas", detalla Casas. "Es una pena perder a esta gente que venía: hacíamos grupos, veían que no nos comemos a nadie, se conocían entre iguales y entre ellos se ayudaban", se queja Casas. Así, al reducir la edad para acceder al programa de sanciones, el CAS ha visto cómo también ha disminuido el número de personas que se han acercado al centro, que ya no lo hacen tanto si no reciben nada a cambio.