Vivimos tiempos confusos. La gente, gracias a la sociedad de la información y a las redes sociales, cada vez está más interconectada y recibe más inputs en relación a cualquier cosa que pueda pasar en todo el mundo, a menudo, incluso, en tiempo real. Esta circunstancia, que a simple vista debería parecernos claramente positiva e indudablemente enriquecedora, se está viendo perjudicada por, precisamente, el exceso de información, pues se ha hecho evidente que ya se ha llegado al punto en el que discernir entre información y realidad muchas veces se vuelve casi imposible. Por otro lado, se está perdiendo el espíritu crítico, el análisis e, incluso, la voluntad de contrastar. Todo sucede rápidamente y no hay tiempo para filtrar ni valorar qué es verdad y qué no lo es. Damos por bueno aquello que nos interesa creer, ya sea en positivo como en sentido contrario, cuando corren noticias que nos atemorizan. La posverdad se está expandiendo y la usan a conciencia tanto los Estados, políticos, empresarios, grupos de poder así como cualquier colectivo que pretende influir sobre la población y generar una realidad alterada. Del mismo modo, se usan de manera indiscriminada las redes sociales para generar estados de opinión y debates mediante sistemas informáticos que generan lo que se conoce como "bots" y que lo que consiguen es acabar creando confusión, con lo cual llegan a poner en duda hechos que sí son reales y noticias veraces.
Lo cierto es que detrás de esto resulta obvio que, aunque de manera difusa, hay muchísimos intereses, principalmente de aquellos grupos de poder que no se pueden permitir que la ciudadanía pueda llegar a estar realmente informada y bien conectada para conocer qué se está cociendo en las altas esferas. La información es poder y hasta no hace mucho parecía que el pueblo estaba en situación de poder acceder libremente, sin obstáculos y a corto plazo, pero desafortunadamente no nos lo pondrán fácil, ya que se corre el serio riesgo de que se caigan muchas estructuras si salieran a la luz cómo funcionan realmente, de espaldas a la población, los gobiernos, las grandes corporaciones o muchas multinacionales. Todo ello, es muy revelador a la vez que me entristece profundamente porque se ha perdido, al menos de momento, una batalla que podría ser clave en el devenir de los derechos de los ciudadanos frente a los poderes económicos y políticos de cara al futuro. Sin embargo, y siendo positivos, siempre nos quedará el espíritu crítico, el análisis y la paciencia que últimamente hemos ido perdiendo y, una vez recuperados, podemos encontrar y acceder a canales de información veraces y contrastarlos con otros que no están adulterados, por lo que os invito a salir de vuestros espacios de confort y nutrirse de información mediante otros canales alternativos y libres de intereses.
NIL HIERRO Vahusari Abogados (Rambla Nova 118-120 bxs. Tarragona) Tel. 977 219 578 – www.vahusari.com