Una pandilla de niños de entre dos y trece años que estaban celebrando una fiesta de cumpleaños en la calle, fueron tiroteados sin contemplaciones por una pandilla de sicarios. El resultado fue que Máximo Jerez, de solo once años, murió y otras tres criaturas (dos de trece años y una de dos) resultaron heridas.
LA GENTE SE REVELA CONTRA EL NARCO
Después del velatorio del pequeño Máximo, los asistentes enfurecidos se dirigieron hacia la casa de quien consideraron el instigador del crimen, el líder de una banda de narcotraficantes de Rosario (Argentina).
Cuando llegaron, comenzaron a apedrear la vivienda e intentaron prenderle fuego. El presunto asesino, conocido como El Salteño, comenzó a dispararles desde el tejado, lo que aún enfureció más a la multitud, que no ocultaba sus ganas de lincharlo. La revuelta se extendió por el barrio y se prendió fuego y destrozaron tres casas más.
Finalmente, se presentó la brigada de operaciones especiales de la policía argentina y los bomberos. Los policías dispersaron a la multitud haciendo uso de balas de goma y gases lacrimógenos y, a continuación, procedieron a detener al sospechoso y a dos hijos suyos.
UN CONTEXTO VIOLENTO
En lo que va de año, ya han sido asesinados cuatro menores en el departamento argentino de Rosario. El fiscal de la causa, Adrián Spelta, ha declarado que "ya se han traspasado todos los límites". "Hasta ahora la presencia de chiquillería era un obstáculo para evitar este tipo de ataques, hoy ya no".

El pequeño Máximo ya llegó muerto al hospital por un disparo en la espalda. Los otros tres menores de 13 y 2 años continúan en el hospital, evolucionando bien de sus heridas de arma de fuego. Uno de los niños de 13 años se encuentra en la UCI con una lesión hepática y un neumotórax, aunque no se teme por su vida.
El asesino, por su parte, permanece detenido a la espera de pasar a disposición judicial.