Uno de los problemas que tenemos en nuestra casa es que muchos políticos no pisan la calle. Viven en una realidad paralela al resto de vecinos. Lo más grave de esta política ficción es que a veces llega un punto en que no sabes a qué lado estás de la realidad. De tantas veces que lo repiten y escuchando las joyas de sus discursos dudas seriamente si estamos hablando de municipios bien diferentes.
Vuelves a abrir la puerta de casa, sales a la calle y descubres una vez más que las calles están sucias y entonces te das cuenta de que realmente tocas de pie.
El pleno del pasado martes fue un ejemplo más de esta política ficción que entre unos y otros practican. Tú escuchas todo aquello y lo primero que tienes que hacer, es situarte. No sabes si estás ante unos tertulianos de la televisión de Ceuta o Melilla o de repente has tirado unos kilómetros arriba y has acabado a la sombra de la Giralda arbocense.
Está muy bien que aquí abracemos todas las causas solidarias que tumban por el mundo que pueden dar mucho alimento a nuestras mociones en los próximos años si seguimos en este plan. Está muy bien que apoyemos a todas las víctimas del mundo mundial y del más allá si hace falta porque el papel lo aguanta todo y más y nosotros no debemos tener miedo de hacer grandes discursos en cosas y temas que no tenemos la mínima competencia. No interesa nada hablar del municipio porque aquí se ha confundido el plenario en una tertulia televisiva donde cada uno expone la suya. Al final de todo un amplio y extenso debate se vota una moción, pero antes de todo para que todo el mundo tenga su punto de protagonismo en esta conjura política no pueden faltar los retoques y puntualizaciones y refritos y las correcciones porque cuanto más amplia y más ambigua quede mejor porque menos servirá. Todos ganamos. Después se vota y vamos a hablar del otro punto. Evidentemente si cuando llegue a L'Arboç o a Ceuta y Melilla nuestro acuerdo lo primero que pueden pensar es que hacen estos hablando de nuestros temas cuando ellos posiblemente tienen más y de más preocupantes que lo que nos afecta a nosotros.
Hay una ley que se llama ROM que acoge que cada año se hará un debate del Estado del municipio, pero evidentemente nuestra realidad ya no interesa a los políticos. Estamos todos inmersos en este tipo de debates televisivos con unos temas básicos locales y muchos otros para dar contenido al plenario que tenemos que hacer una vez al mes.
En la legislatura pasada en que sólo había una formación en la oposición, una vez a la semana había rueda de prensa sobre algún tema e ir haciendo. Ahora con tanta oposición para dar y para vender nadie dice nada. Parece que todo funcione como la seda. Hay alguna queja por aquí o por allá o algún tema que va saliendo, pero todo es muy aburrido en general. Apoyamos a quien haga falta. Por ejemplo a la sanidad vendrellense. Le enviamos un certificado que hemos decidido apoyar a este colectivo que lo está pasando muy mal y que no parece que tenga que mejorar en un futuro a medio plazo. El nuevo CAP que están construyendo en Botafoc no contará con nuevos profesionales sino que serán los mismos pero bien repartidos y con una gran inauguración.
Para más inri de todo lo demás de vez en cuando hacemos mociones por cosas que curiosamente quedan en nuestro término municipal como es el parking del hospital que desde que funciona se ha quedado pequeño obsoleto. Pues nada, la cosa continúa para siempre y estas mociones ni a nivel local sirven para gran cosa, quizás la que ha llegado más lejos es la del glisofato que es la excusa perfecta para que muchas de nuestras aceras tengan algún tipo de hierbas para dar vida y color a nuestras calles y plazas. Aunque esta política salvaje parece que no gusta a todo el mundo. Tenemos que interpretar los plenos como puntos de debate donde cae alguna cosa de El Vendrell, pero que puede llegar a abarcar todos los puntos y temas del mundo con unos debates grandilocuentes que no nos llevan a ninguna parte.
Miquel Casellas