Miquel Casellas: "La Caixa nos aporta la felicidad"

11 de noviembre de 2019 a las 19:33h

Cuando éramos jóvenes y con el dinero que recogimos de la 1ª comunión abrimos una libreta en esta entidad bancaria, no sabíamos ni de lejos que realmente nuestra felicidad se esconde a la sombra de esta estrella de Miró que vela por todos nosotros, aunque muchas veces ni lo sepamos.

Ella siempre se ha preocupado para que alcancemos nuestros sueños desde sus oficinas, virtualmente o por teléfono. Todos los caminos nos llevan al paraíso que está bajo su dominio.

Hace unos 15 años descubrimos que algunos conocidos en Navidad recibían un detalle de esta entidad bancaria. Evidentemente en aquellos momentos, un grupito de personas que confiábamos nuestra nómina y nuestra hipoteca en esta empresa y que no estuvimos entre los elegidos publicamos una carta en los medios de comunicación local mostrando nuestro enfado al no estar entre este grupo selecto con presente incluido. En un abrir y cerrar de ojos ya nos llamaron para informarnos de que también entraríamos a formar parte de este grupo de los privilegiados. Obviamente nosotros rechazamos estas ventajas porque no estábamos acostumbrados a tanta generosidad de esta empresa con sede social fuera de Cataluña.

Eso eran otros tiempos. Hoy en día la cosa ha cambiado totalmente y estamos en la parte anterior a tener que pagar para que te guarden los ahorros y te ingresen la nómina. El próximo paso es abonar alguna tasa por tener en buen resguardo el dinero. Quizás en la próxima recesión que tenemos cerca, lo viviremos de primera mano.

La gracia de la Caixa es que con el tiempo van aumentando los cajeros automáticos y van perdiendo empleados físicos. Cuando encuentras a un trabajador de la entidad, hay muchas probabilidades de que estés delante de un comercial que tiene algún as en la manga que te querría endosar en cómodos plazos.

Cuando un día cualquiera vas a la Caixa y te tienes que entender con un cajero automático, si tienes suerte te puedes encontrar con un anuncio que ocupa casi toda la pantalla donde puedes contratar un crédito de 3.000 euros que te puede dar una parte de la felicidad que ya irás devolviendo con el tiempo. Tú de momento tienes este dinero sin mucha dificultad para dar una nueva oportunidad a tu felicidad, si esta da la casualidad de que se base en dinero.

La Caixa como el resto de bancos también tienen una parte milagrosa que a más de uno le ha dado un susto. Tú dejas una cantidad simbólica de 5 euros en un número de cuenta corriente que no tenga ningún ingreso ni tampoco ningún cargo. Tú vuelves al cabo de medio año y ya estás en números rojos porque ellos te han cobrado la cuota de mantenimiento de 12 euros y pico anuales.

La Caixa es un pozo de sorpresas agradables cuando estás en algunos de estos cajeros que superaron el efecto 2000 y todavía están en pie allí en alguna oficina aguantando el tipo. A veces te restan el dinero del número de cuenta, pero por algún misterio de la ciencia no te dan nada. Sólo son ilusiones. Otras veces por motivos inexplicables te toman la libreta o la tarjeta y hasta que no abran no tienes nada que hacer.

En las tardes calurosas de verano, cuando puedes conseguir cerrar los ojos, una llamada amable de esta entidad te despierta por si quieres comprar una televisión, un coche o hacer un crucero bien lejos. Evidentemente tratas lo mejor que puedes a aquella voz amable que ha roto una paz que quizás ha costado alcanzar. Yo recuerdo el día que firmé la hipoteca subrogada y me dijeron que cogiera el Interés IRPH, tuve muy claro que no les tenía que hacer caso, una vez más y acerté como mucho más tarde se ha demostrado. Esta es la Caixa pero también se puede aplicar a muchas otras entidades bancarias que también juegan sus roles similares. Cuando veo la Obra Social de la Caixa pienso en todos los pobres que han contratado algunos de sus productos sin una clara voluntad o porque nadie les había avisado de lo que después les esperaba de Hacienda. La Caixa te aporta la felicidad, no lo dudéis. Cuando estaba escribiendo estas líneas me envían un correo interno limitando el servicio de ventanilla. Realmente ya no sé dónde irá a parar esta estructura de estado catalán que cada día es más irreconocible.

Miquel Casellas

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