Miquel Casellas: "El viejo lobo de mar"

19 de junio de 2018 a las 12:59h

Hace muchos años que navega nuestro lobo de mar. El paso de los años le ha obligado a compartir viaje con muchos y variados marineros. Cada vez que sale de nuevo intenta renovar los mandos, aunque siempre repite algún veterano por si en un momento de la travesía se tiene que hacer cargo de llevar las riendas de la nave. Los nuevos grumetes acostumbran a ser novatos en estos viajes y sin mucha experiencia para superar el oleaje del mar.

Los responsables de las máquinas hace años que reciben promesas sobre su futuro laboral con nuevas propuestas que nunca verán cumplidas y nuevas tareas encomendadas que nunca verán compensadas económicamente. Durante la larga travesía por algunos mares algunos de estos veteranos tripulantes que hace años que están cansados de promesas aprovechan algún puerto interesante para buscarse lugar en otras aventuras donde puedan ver cumplidos sus sueños profesionales. Entonces es el momento para que cuando se produce una vacante toca cambio repentino para cubrir la plaza. Por falta de especialistas quizás el responsable de la caldera irá a encargarse de la logística del barco. Nunca se ha buscado un perfil bueno en el nuevo responsable simplemente que sea buen niño y no rompa el equilibrio y la armonía de la nave para que no se tambalee cuando el mar se mueva un poco. Quizás después de un tiempo este nuevo jefe de algo que acabará dejando su tarea porque aparte de no dejar de demostrar a todo el mundo su incompetencia para las nuevas tareas encomendadas no podrá aguantar la presión del barco, pero eso es algo que no tiene ninguna importancia porque después del uno viene el siguiente y la tripulación siempre ha sido lo menos importante para navegar por los mares y océanos. La gracia de todo es llegar a puerto aunque uno tenga que pedir ayuda a un barco pirata, pero los objetivos son claves, las personas secundarias.

El barco navega muy poco a poco. Los vientos no son nada favorables. Venimos de una gran destroza en la nave provocado por un gran temporal y sólo hemos hecho un mantenimiento básico de la estructura que se aguanta a veces de milagro. No hemos hecho muchas inversiones porque nuestro botín hace años que lo perdimos por el camino y nunca nadie lo ha podido encontrar. Vamos haciendo camino, poco a poco en un camino silencioso y discreto sin dejarnos ver en ningún lugar. Un trayecto ambiguo sin arriesgar y siempre vigilando la cosa por si algún día tenemos que volver por sorpresa. No podemos huir porque no tenemos suficiente suministro. Nos tenemos que mover aunque siempre volvamos al mismo lugar para que el personal no quede cautivado por nuevos paisajes y nuevos mares nunca vistos hasta el momento. Siempre tenemos que hacer el camino en presunta calma.

El viejo lobo de mar hace muchos años que navega en este mar lleno de incertidumbres y atajos. En algunos golpes se ha puesto delante del timón. Otras veces ha escogido algún timonel amigo que lo lleve adelante pero siempre vigilando que el timón no se marche de esta ruta en medio de todas partes que intenta contentar a babor y a estribor, proa y popa para que todo el mundo esté contento y nada cambie en el fondo.

En un primer momento todos los tripulantes eran simples marineros mal pagados, pero el paso del tiempo ha obligado a reforzar la tripulación con nuevos profesionales más formados y preparados para poder estar al día con las nuevas tecnologías. Evidentemente estos nuevos miembros de la tripulación reciben un salario muy bajo que a la mínima buscan nuevas oportunidades para triunfar en la vida. Al viejo lobo de mar se le ha quedado corta la filosofía y sus admiradores. Suele fumar en pipa desde su camarote recordando viejos tiempos. Se resiste a dejar el barco los nuevos grumetes nunca son de fiar y vale más tenerlos a raya hasta que el cuerpo aguante.

Miquel Casellas

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