El comedor social sigue funcionando a pleno rendimiento. Durante el año 2017, sirvió 45.500 comidas, 7.155 más que en el año 2016. En total pasaron por el comedor 488 personas derivadas por el Instituto Municipal de Servicios Sociales de Tarragona. La mayoría de estos usuarios fueron familias con hijos a su cargo. Los parados mayores de 50 años que ya no cobran ningún tipo de prestación fue otro perfil de usuario atendido en el comedor.
La coordinadora del comedor social, Raquel Quílez, destaca la importancia que tiene el apoyo de entidades públicas y privadas, así como de supermercados, restaurantes e incluso campañas organizadas por asociaciones cercanas: "no hay palabras para describir toda la colaboración que recibimos".
El comedor social lleva más de 4 años sirviendo comidas. Un servicio que se puso en marcha para paliar los efectos de la crisis económica en 2013 y que actualmente sigue atendiendo a muchas familias sin recursos de Tarragona. Al mes, el comedor sirve unas 4.000 comidas y da respuesta diaria a más de 250 usuarios.
Otros servicios Por otro lado, cerca de 350 tarraconenses de los barrios de la zona de Poniente se beneficiaron durante el año 2017 de las ayudas previstas en el programa de Urgencia Social de Joventut i Vida.
Las líneas principales del programa son cubrir servicios básicos como la alimentación, la vivienda y el bienestar emocional. El año pasado, la mayor parte de los fondos se destinó a paliar las necesidades relacionadas con la alimentación. Por otra parte, también se garantizó la vivienda digna a los usuarios más desfavorecidos a través de ayudas para pagar el alquiler y cubrir las facturas de suministros de agua, luz y gas. Además, se consiguió el bienestar emocional y familiar proporcionando productos de higiene, de farmacia, ropa y calzado. Como medidas de acompañamiento, se impartieron talleres de habilidades sociales, búsqueda de empleo y ahorro energético.
La jefa del área de Urgencia Social, Andrea Garcia, explica que si bien inicialmente se destinaron muchos recursos a la partida de la alimentación: "queríamos asegurarnos de que todos los usuarios tuvieran un plato en la mesa a la hora de cenar y los niños llegaran a la escuela habiendo desayunado", durante el segundo semestre del año la demanda de ayudas en materia de vivienda y de bienestar emocional aumentó.
El programa se puso en marcha en 2015 con el objetivo de reducir el impacto negativo de la situación económica sobre la salud de los tarraconenses en riesgo. Primeramente se atendían las demandas de alimentos y ropa de los usuarios, pero al escuchar otras necesidades, Joventut i Vida decidió cubrirlas.