Los Mossos d'Esquadra detuvieron el pasado 8 de enero a dos hombres por extorsionar a un empresario de Barcelona, a quien hace cuatro años le reclamaron 3.600 euros por unos trabajos de mantenimiento de las herramientas de su taller –una cantidad desproporcionada por el trabajo realizado– y después, el pasado 4 de enero, por el IVA correspondiente a esa cantidad. El empresario abonó los 3.600 euros, a pesar de que el trabajo se había hecho de manera muy deficiente, para evitar problemas con los detenidos, pero se negó a satisfacer la segunda cantidad. Por este hecho, los dos arrestados –de 30 y 39 años, de nacionalidad española, como presuntos autores de un delito de extorsión y otro de estafa– iniciaron toda una serie de amenazas o coacciones para que pagara y lo acosaron personalmente hasta que la víctima denunció los hechos. Uno de los detenidos ya formaba parte de un grupo criminal desarticulado en 2012.
Los Mossos iniciaron una investigación que permitió localizar y detener a los dos extorsionadores el 8 de enero cuando se dirigían nuevamente al taller a reclamar el pago. Los investigadores pudieron comprobar que uno de los dos arrestados ya había sido detenido por hechos similares en 2012 en un operativo de los Mossos d'Esquadra que permitió desarticular un clan familiar que por este método ya acumuló una quincena de denuncias. En 2012, la Unidad Central de Secuestros y Extorsiones de la División de Investigación Criminal desarticuló una organización criminal integrada por cinco miembros de un mismo clan familiar que se dedicaba a la extorsión y la estafa. Los miembros de la organización se desplazaban por diversos establecimientos comerciales, talleres y otros locales de pequeña industria vinculada al mundo de la construcción y la alimentación y ofrecían servicios de afilado de herramientas y mantenimiento de maquinaria. Con el pretexto de realizar una demostración de sus servicios, los autores requerían de forma insistente a los responsables del establecimiento, taller o pequeña empresa para que les facilitaran sus herramientas o instrumentos con el compromiso por parte de los autores de llevarse los objetos y retornarlos afilados de forma gratuita. Días después, estos mismos individuos se presentaban de nuevo en los establecimientos, exigiendo una cantidad desorbitada de dinero por unos servicios supuestamente gratuitos y realizados de manera demostrativa. En los casos en que las víctimas se negaban, se iniciaban una serie de amenazas contra su patrimonio, como destrozos en los locales o eventuales robos. Además, también amenazaban la integridad física de los responsables de los negocios y de las pequeñas empresas afectadas. Esta es la metodología que también llevaron a cabo los dos arrestados que pasaron a disposición judicial el 10 de enero y el juez decretó su libertad con cargos.
